Hemos preguntado a mucha gente que imparte clases en las universidades de Sonora (Unison, Itson, ITH, UTH, Cesues, Itesca, UVM) y hemos encontrado una cosa acalambradora: que los estudiantes no leen. No leen ni siquiera lo que se supone que tienen la obligación de leer, muchos menos las lecturas que la gente hace por el puro placer de leer. Los estudiantes (¡vaya paradoja!) no gustan de leer y eso es como si al profesor no le gustara enseñar, al político no le gustara llegara a acuerdos, al gobernante no le gustara gobernar, al trabajador no le usara trabajar y al empresario no le gustara emprender. Nadie mejor para mostrar esa estupefacción que la niña Ana Karen Frías, de Puerto Vallarta, Jalisco, que fue la seleccionada para hablar en el acto donde se reconoció a poco más de 100 mil alumnos de todo el país con calificación de excelente en la prueba Enlace de 2010. En representación de los 15 niños más aplicados de Jalisco y ante las autoridades educativas del estado, la estudiante de cuarto año de primaria dijo: “Me siento muy contenta porque hice un gran esfuerzo y me lo premiaron. Siempre me pongo a estudiar; a mí me sorprende que las personas no le echen ganas y que a veces no les importa hacer la tarea y la sacan de Internet; nunca he entendido por qué son así”. Efectivamente, no se entiende porqué son así y mucho menos se entiende porqué los directores y rectores de esas instituciones se muestran tan indiferentes ante esa problemática que es, desde donde la miren, una tragedia no sólo del Estado de Sonora, sino una tragedia nacional.
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