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El Tong mexicano

Por Diego Enrique Rodríguez Landeros

DRAGON CHINO

Hubiera preferido una patada voladora, pero la realidad sólo ofrece fayuca. El 23 de enero fui a celebrar al barrio chino de la ciudad de México el comienzo del año del dragón. Vi cuatro dragones de fantasía que se pavoneaban al ritmo de unos tambores violentos. Todo parecía dar vueltas. Lo más gracioso fue que los que no eran chinos se comportaban como tales: no dejaban de tomar fotos, como dicen que hacen los turistas de ese país. Mientras todo eso pasaba, yo no podía dejar de imaginar que en la parte trasera de esos restaurantes, alrededor de una mesa, entre el humo de cigarrillos y de pipas de opio, un grupo de mafiosos asiáticos con bigotes largos jugaban a las cartas mientras negociaban el precio de contrabandos ilegales o, peor aún, mientras planeaban cruentas venganzas contra enemigos que, del otro lado del océano Pacífico, quizás en Taiwán, hacían exactamente lo mismo. Sentí una profunda emoción. Lo que más desee en ese momento fue presenciar una de esas peleas con las que el cine representa a los chinos. Lamenté que seres como Jackie Chan sólo existieran en las películas. La realidad, en ocasiones, decepciona. Miré a mi alrededor: el barrio chino de esta ciudad es ridículo: una diminuta calle en la que, si bien venden comida cantonesa, lo que abunda es la fayuca ofrecida a muy bajo costo por hombres de ojos rasgados que hablan con el más puro acento chilango: “Lleve su dragón de la fortuna a diez pesos”. Los chinos me debían una patada voladora.

Borges dijo: “Quizá la historia universal es la historia de unas cuantas metáforas”. Yo diría que es la historia de unos cuantos estereotipos. Los pueblos y razas del mundo desfilan ante nuestros ojos con el disfraz que los extranjeros les han otorgado. El estereotipo que se tiene de los chinos es uno de los más variados e interesantes. ¿En qué se piensa cuando alguien dice “China”? Yo, simple como soy, pienso en dos cosas: mafia y kung-fu, ingredientes imprescindibles en las películas de acción. Los sinólogos, es decir los que estudian la cultura y la lengua de ese país, seguramente dirían que ese pensamiento es ingenuo, y que tenerlo es igual de estúpido que afirmar que en México todos somos aztecas o charros parecidos a Pedro Infante. Para evitar cualquier reclamo, diré que este texto no es un artículo antropológico ni histórico. Lo que quiero es recuperar mi imagen favorita y ficticia de los chinos, la que me hubiera gustado ver el pasado 23 de enero. Los estereotipos se vuelven más llamativos mientras más ficcionales sean, mientras mayores dosis de fantasía se requieran para su invención. O reinvención. Pienso en algunos ejemplos de la literatura mexicana actual en los que se muestran versiones de la mafia china en México. Quizá resulten más excitantes que la realidad. A continuación los presento a manera de los avances cinematográficos que anuncian los estrenos próximos. Usted, lector, elija el que más le guste.

Ojos de lagarto (2009), de Bernardo Fernández, Bef, es el primer ejemplo. Se trata de una novela complicada, con muchos personajes extravagantes (constructores de vías de ferrocarril, paleontólogos, un mamut vivo, el sultán de la isla de Johor, el presidente mexicano Abelardo Rodríguez, un niño que en realidad es una niña, un veterinario viudo cuya ocupación es la de estafador, un espía fracasado…). Los lugares donde ocurren los hechos también son variados: el Congo, Alejandría, California, Sinaloa, Singapur, Connecticut, Chicago, Hamburgo. Sin embargo, el plato fuerte del libro se desarrolla durante la década de 1920 en una ciudad mexicana donde nada es lo que parece: Mexicali. Ahí vive un anciano chino llamado Pi Ying, dueño del contrabando de alcohol y droga que se lleva a Estados Unidos. Debajo de esa ciudad se encuentra otra, la Chinesca, un mundo subterráneo donde centenares de chinos viven ajenos a la vida mexicana: hablan en su idioma, tienen sus propios negocios, nunca salen a la superficie. Muchos túneles de la Chinesca llevan a territorio gringo, y sirven para transportar el contrabando. En uno de ellos, el viejo Pi Ying esconde un secreto extraordinario que le quieren arrebatar ambiciosos traficantes. De dicho secreto se dice en la novela: “Toda la grandeza, todo el esplendor de China y su cultura estaba ahí, encarnados en las dos bestias que parecían gozar al ser contempladas por Fong y su amo”. ¿Qué se esconde en la Chinesca? ¿Cuál puede ser la posesión más valiosa de un mafioso chino? ¿Será un dragón? Dejo al lector que descubra las respuestas…

El segundo ejemplo es Sangre de familia (2011), la nueva versión que Juan José Rodríguez escribió de su novela Asesinato en una lavandería china. Una muerte misteriosa y una llamada por teléfono son los detonantes para que Alejandro Medina, un joven de veintiún años, se vea de pronto inmerso en el convulso mundo nocturno del puerto de Mazatlán, un mundo cuya existencia permanece oculta para la mayoría de la población. En el Hotel Iguana Azul y en centros nocturnos de mala nota, se trafica con droga. Lisandro, descendiente de los primeros chinos del puerto, implicado en el negocio de la cocaína, sabe que un asesino persigue a su familia. Una venganza antigua, consecuencia de las traiciones perpetradas en una hermandad de criminales hace muchos años en el barrio chino de San Francisco, en California, se cierne sobre ellos. Para complicar las cosas, Lisandro y los suyos guardan un secreto que pronto será descubierto: no sólo son chinos mafiosos, sino también vampiros. Es así como, en calurosas noches de lluvia, escondiéndose tras puestos de mariscos, Alejandro Medina protagoniza persecuciones en las que el crimen organizado chino, los vampiros y un villano llamado Carlos Goldoni, atentan contra su vida. En esta novela el lector encontrará diálogos que van de la plática popular tropical a la exposición sumaria de la historia universal del vampirismo, escenas de exaltado sexo adolescente, balaceras al estilo de Hollywood y un curioso lenguaje que unas veces deslumbra y otras arranca una sonrisa maliciosa. No hay demostraciones de kung-fu, sin embargo, el estereotipo del que he hablado se reelabora con originalidad (¿alguien había oído de mafiosos chinos vampiros?). Los aficionados a este tipo de historias no pueden dejar de ver, además, la versión fílmica de Sangre de familia, dirigida por Eduardo Rossoff y de próximo estreno.

El tercer texto memorable en el que se habla de chinos mafiosos en México es el cuento de Juan Villoro “El silbido”, publicado en el libro Los culpables (2007). Tres hombres gordos son los representantes de un cártel de criminales en Mexicali: “No son narcos del Pacífico. Trabajan para el otro Pacífico. Su mafia es de Taiwán”, y lo más raro es que acaban de fundar un equipo de futbol (Los Tucanes de Mexicali) para lavar el dinero de sus negocios ilícitos. Un futbolista en decadencia, un argentino arrogante, una “china joven, ni guapa ni fea, sólo joven y china”, una porrista y un loro son los personajes que aparecen en el cuento. Al final, como todo lo relacionado con la mafia, un acto de violencia cobra unas cuantas víctimas: los tres gordos asiáticos mueren en una explosión. En esta historia todo parece estar volteado: los chinos no son ágiles karatekas sino gordos tatuados, en lugar de fumar opio beben cerveza Tecate, no trafican con droga sino con juguetes que se descomponen diez minutos después de usarlos. Es, sin duda, el más cómico de los ejemplos que he mencionado, y una excelente muestra del estilo narrativo de Villoro, uno de los mejores narradores mexicanos contemporáneos.

jackie-chan

Las anteriores son muestras de la transformación que se ha hecho del estereotipo de los chinos en la literatura. Sin embargo, no todo es ficción. Los oriundos de ese país se han esparcido por casi todos los rincones del mundo (en Pótam, si no mal recuerdo, existen aún las ruinas de un cementerio chino). Hace varios años, cuando el racismo contra ellos era aún muy fuerte, decidieron formar unas hermandades para protegerse; se crearon así los famosos tongs, es decir, agrupaciones ocultas que en un principio daban apoyo a sus paisanos, pero que no tardaron en convertirse en asociaciones delictivas que comenzaron a practicar el narcotráfico, la extorsión, asesinatos a sueldo y secuestros en los lugares donde se establecieron. Bef, acerca de esto, dice: “tongs o sociedades secretas. Una manera elegante de llamar a las pandillas controladas por la mafia china”. Pensar en los posibles nexos que podrían mantener con el crimen y el contrabando no es algo descabellado. Diego Enrique Osorno, en su libro El Cártel de Sinaloa (2009), cita algunos fragmentos de la autobiografía de Manuel Lazcano y Ochoa, quien fue procurador de Justicia de Sinaloa en tres ocasiones: “Siempre se señala a los chinos como muy dados a trabajar en actividades de la droga […] En efecto, conocían la droga, trajeron la amapola; sabíamos que en las regiones asiáticas se consumía mucho opio y además esos inmigrantes abrieron en México sus propios casinos”. La verdad es que de los chinos se dicen muchas cosas (algunas rarísimas como que saben leer la hora en los ojos de los gatos, o que si todos los chinos del mundo saltaran al mismo tiempo se produciría un terremoto). Lo importante es no creerlo todo. Algunas cosas sólo son estereotipos. Quizás un país lejano, cuando alguien piensa en México, se imagina que narcos sombrerudos y con bigote andan en camionetas disparando sus rifles y que muere gente inocente a causa de esas balas. Seguramente ha de parecer algo muy pintoresco. ¿Realidad o ficción?

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7 comentarios

  1. Fernando Baca Rivera

    Estimado Alejandro, me da gusto saludarte, le envío eexcesivo anexo a Diego Enrique sobre la síntesis de la investigación de Raufer, donde se narran algunos hechos sobre la tragedia de la historia de los chinos en México, que merecen investigación. Por el otro lado reacciono porque también estuve ese 23 de enero en el barrio Chino y me la pase muy bien con estereotipos o no. De cualquier manera disfruté el artículo, mucho te agradecería lo hicieras llegar el comentario al autor.

    Los chinos en la historia de México

    Xavier Raufer, el estudioso francés de las migraciones orientales al litoral americano del Pacífico demuestran la incapacidad de los gobiernos de entender la diferencia del bien y el mal
    Gastón Pardo | Para Kaos en la Red | 23-8-2008 a las 4:30 | 5107 lecturas | 1 comentario
    http://www.kaosenlared.net/noticia/los-chinos-historia-de-mexico
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    A lo largo de la historia de México, los chinos han dejado sus huellas imborrables. Los inmigrantes asiáticos han hecho contribuciones al desarrollo económico de México y al desarrollo de las relaciones entre los pueblos chino y mexicano. Sin embargo, en la historia mexicana hubo algunos periodos en que los chinos fueron maltratados, discriminados e incluso asesinados.

    La experiencia histórica merece nuestra reflexión

    La primera aclaración histórica de la migración china a México dependía hace 150 años, a mediados del siglo XIX, de la aniquilación de la nación china por el ímpetu imperialista de los ingleses. Pero en el medio siglo transcurrido desde el triunfo de los comunistas en 1948, la inconformidad es explicada con los errores y la violencia desatada al imponer el bolchevismo chino una concepción productivista de la economía, emanada de la importada filosofía occidental que está inmersa en todo el marxismo. No podemos perder de vista este defecto de marca a la hora de analizar el proceso migratorio de chinos a México, cuya precisión de su número se ha perdido a medida que el tiempo ha avanzado, hasta convertirse en la administración derechista del Estado instaurada en 2000 en un verdadero misterio.

    Sobre los lazos entre China antigua y México antiguo existen numerosas hipotesis entre académicos chinos y extranjeros. Yao Silian (557-637 DC), historiador chino de la Dinastía Tang se refirió por primera vez al Estado Fu Sang en su Liang Shu, Zhu Yi Zhuan, tomo LIV de Liang Shu. He aquí fragmentos de Liang Shu referentes al Estado Fu Sang y al monje Hui Shen: “Al Estado de Fu Sang se le conoce desde la ocasión en que un monje llamado Hui Shen vino de dicho Estado a Jingzhou en el primer año de Yong Yuan de la Dinastía Qi[1]. El afirmó que Fu Sang está a unos 20 mil li [2] al Este del país de Da Han [3], o sea, también al este de China. […] Sus habitantes vivían en barracas construidas con tablas, pero no había ni ciudades ni castillos. Los indígenas tenían su escritura y escribían en la corteza de Fu Sang. El Estado no tenía ejército ni armaba guerras. Había una ley del Estado y dos cárceles, una en el Norte para los delitos graves, otra en el Sur para los delitos menores”.

    Numerosos historiadores chinos y extranjeros consideran que Fu Sang es México, y el monje Hui Sheng fue el primer chino en México. En 1761, Joseph de Guignes, sinólogo francés, de acuerdo con la referencia de Liang Shu, al arribo de la nave del monje Hui Shen al Estado de Fu Sang en 499 DC, tomó la delantera de duducir y afirmar que los chinos fueron los primeros en descubrir las Américas, el Estado de Fu Sang sería precisamente México, y el monje Hui Shen fuese el primer chino en el país [4].

    La Ruta Marítima de Seda y la Nao de China

    Según los archivos escritos chinos y extranjeros, los primeros contactos comerciales entre China y México datan del siglo XVI. Los galeones de Manila, llamados también como Naos de China navegaban en el Océano Pacífico ligando estrechamente China y México. Las naves de China no sólo ayudaron a establecer las relaciones comerciales entre China y México, sino también contribuyeron a promover la amistad entre los dos pueblos y a canalizar los intercambios entre el Oriente y el Occidente, escrbiendo de este modo una brillante página en la historia de las civilizaciones del mundo.

    Tanto México como las Filipinas eran, a mediados del siglo XVI, colonias de Espaňa. Las Filipinas pertenecían al Virreynato de Nueva España (México). España abrió una ruta marítima en el Océano Pacífico: Sevilla (España)- Acapulco (México) -Manila (Filipinas) -las Costas de Fujian y Cantón (China).

    La primera nave procedente de China que ancló en Acapulco fue el Galeón San Pablo, cuya fecha exacta de llegada a Acapulco fue el 8 de octubre de 1565. Desde entonces, los navíos de China, cargados de objetos de porcelana y tejidos de seda de China, desafiando desafiando el oleaje, llegaban a México pasando por Manila, abriendo de este modo una nueva Ruta de la Seda. En 1815, la última nave de China, el Galeón Magallanes, partió de Méxicio para Manila, poniendo término a la ruta marítima a- Las Filipinas-México debido al estallido de la Guerra. La ruta marítima de seda duró 250 años [5].

    Cuando llegaban a Acapulco las embarcaciones de China, se celebraban allí las ferias. Al terminar las ferias, numerosos chinos que vinieron en las Naos de China, se quedaron en esta ciudad. Con el transcurso del tiempo su número y sus influencias aumentaron. En el siglo XVII, durante la Guerra del Comercio, los piratas holandeses e ingleses hostigaban y saqueaban Acapulco y otras ciudades costeras hispanoamericanas. En 1697 los ciudadanos de Acapulco organizaron tres milicias locales para su propia defensa. Una de ellas estaba compuesta por chinos. [6] Los chinos residentes en Acapulco contribuyeron también a la construcción de la ciudad. Un documento chino dice: El Mercado de Acapulco de México fue abierto por los chinos; ahora ha prosperado mucho. [7] Razón por la cual se llamaba a Acapulco la ciudad de los chinos [8], que no sólo dejaron huellas en esta bahía sino también en Mazatlán, Colima y otros puertos.

    Los datos históricos de México registran que en el siglo XVI ya había surgido barrios chinos en algunas ciudades.[9] Médicos, sastres, tejedores, orfebres, herreros, carpinteros y comerciantes chinos se establecieron en ellos trabajando de generación en generación [10]. En su memorial fechado el 22 de junio de 1635 y dirigido a Pedro Santillán, presidente del cabildo de la Ciudad de México, Fernando Souza se quejaba del creciente número de berberos chinos en la Ciudad de México que ocupaban los trabajos de los peluqueros nativos y pedía que tomara medidas para reducir la cantidad de las peluquerías chinas a doce fuera del centro de la ciudad [11].

    En el siglo XVII gran numero de de colonos y esclavos chinos se vieron obligados a realizar un trabajo en las minas de Zacatecas. En 1646 había muchos chinos que trabajaban también como esclavos en la mina de Francisco de Escobedo, en Tepic, al sudoeste del país [12].

    Los primeros culíes chinos en México

    Según los datos del Archivo General de la Nación, Registro Nacional de Extranjeros en México (AGNRNEM 19) el primer grupo de “culíes o coolies” chinos llegó a México en 1875 (1864, segun otras fuentes [13]). Según el Registro Nacional de Extranjeros del Archivo General de la Nación, los chinos sumaban 214 en el periodo 1875-1899, y llegaron a alcanzar 3 442 en la década de 1900-1910 [14]. En realidad, era mucho mayor el número de los chinos que llegaron a México desde EU porque muchos de ellos entraron en México en forma irregular, sin registro migratorio.

    En el año 2005 se cumple el 130 aniversario de la llegada de los primeros inmigrantes chinos a México. A diferencia de Perú y Cuba, México no participó en el comercio de culíes chinos. Los primeros chinos empezaron a llegar a México vía EU. En aquel entonces, empresarios norteamericanos se encargaban de la construcción de ferrocarriles entre El Paso (Texas, EU) y la ciudad de México.

    La autoridad de México contrataba en Estados Unidos a los obreros chinos para la construcción de dicho ferrocarril. Entre los años 1876 y 1877, Liang Jingmao, Ma Linyong, Zhu Binglin, Zhu Changye, Zheng Zhong, Ma Hen, Ma Zhu, Ma Duolun, Liang Richu, Liang Rumao y otros chinos, contratados por los comerciantes ingleses, llegaron a Ensenada provenientes de EU, donde se dedicaban a talar los árboles cuya madera servía de combustible a los trenes; construían los caminos y explotaban los minerales. En 1884, llegaron los chinos a Guymas. En 1885, un grupo de chinos arribaron a Tampico contratados por los comerciantes norteamericanos. En 1889, había en Ensenada más de 30 chinos [15]. En 1891 llegaron a México los primeros inmigrantes provenientes directamente de China.

    Según fuentes chinas, en 1899, había menos de mil chinos en México,[16] y en 1904, ascendió a más de 8 000 [17]; y en 1910 más de 30 mil [18]. Los inmigrantes chinos se establecieron de manera preferencial en territorio de las entidades federativas de Sonora, Sinaloa, Baja California Norte, Tamaulipas, Chihuahua, Veracruz, Yucatán, Chiapas y el Distrito Federal.

    El establecimiento de las relaciones diplomáticas entre China y México Con la llegada al poder de Porfirio Díaz, en 1877, México emprendió el proceso de modernización. Díaz gobernó México más de tres décadas, pacificó el país, logró el desarrollo de su economía y sentó las bases de una democracia que aún no ha despegado. A finales del siglo XIX, a medida que se desarrollaba la economía de enclave, México necesitaba mano de obra barata para el trabajo en las minas y la construcción de vías férreas. Se planeaba reclutar un gran contingente de obreros chinos ya ubicados en Estados Unidos para que trabajaran en México.

    Hacia 1875, Matías Romero, ministro plenipotenciario mexicano acreditado en EU vio con interes la migración china y sugirió la conveniencia de enviar una legación a China: Me parece que los únicos colonos que podrían venir a establecerse o a trabajar en nuestras costas son los asiáticos, procedentes de climas semejantes a los nuestros, y principalmente de China…Esta no es una vaga utopía. Hace años que se ha ensayado la inmigración china, y siempre se ha procedido con prudencia y ha dado Buenos resultados [19]. Considero que una de las medidas mas ventajosas a los intereses de la República, que se podría adoptar en las actuales circunstancias, en el envío a la China y al Japón de un representante de México, encargado de una misión de carácter comercial más bien que politica [20].

    En 1884 y 1885, Matías Romero, conforme con las directivas de su gobierno, formuló en dos oportunidades a su colega chino Zheng Zaoru la propuesta de firmar un convenio de reclutamiento de obreros chinos. Por esta razón, el gobierno mexicano tomó la iniciativa de llevar a cabo tanteos diplomáticos, y propuso al gobierno de la Dinastía Qing que entraran en negociaciones para firmar convenios de reclutamiento de obreros chinos y establecer relaciones diplomáticas entre ambos países. Y el gobierno chino, por su parte, presionado por los reclamos de protección a los chinos de ultramar, también tenía la intención de firmar convenios y establecer relaciones diplomáticas con los países interesados, para […] solucionar los problemas existentes en el intercambio comercial bilateral.

    Zheng informó en 1884 y 1885 del asunto al Ministerio de Asuntos Exteriores, mostrándose partidario de dicha propuesta porque creía que de este modo se facilitaría la solución del problema de los obreros chinos.En su informe dirigido al Ministerio Chino de Asuntos Exteriores, escribía: México es un país con el cual no hemos firmado todavía un tratado para el establecimiento de relaciones diplomáticas. Sin la firma de dicho tratado, no se podría proteger a los obreros chinos de los maltratos [21].

    […] En 1897, Wu Tingfang, ministro plenipotenciario del gobierno de la Dinasta Qing de China en Estados Unidos y Matías Romero, ministro plenipotenciario mexicano acreditado en ese país renovaron las negociaciones y redactaron conjuntamente, tras numerosas consultas y concesiones recíprocas, un proyecto del tratado. Al aňo siguiente, cuando ya se disponían a firmarlo, falleció Matías Romero. En verano de 1899, Manuel de Aspiroz, el nuevo ministro plenipotenciario de México en EU se reunió con WuTingfang, redactando conjuntamente el proyecto final del tratado.

    […] El establecimiento de las relaciones bilaterales constituyó un punto de viraje en la historia de las relaciones entre China y México en diversos terrenos. En primer lugar, como consecuencia, aumentó la inmigración china en México.En 1904 los inmigrantes chinos se sumaman a unos 8000, y en 1910, ascendían a más de 30 mil. El establecimiento de las relaciones diplomáticas mejoró en cierto sentido las condiciones de vida de los obreros chinos e inmigrantes chinos en México y redundó en favor de su status legal.

    Las aportaciones chinas a la prosperidad de ciudades fronterizas

    A comienzos del siglo XX, terminada la construcción del mencionado ferrocarril, muchos trabajadores chinos quedaron sin empleo. Además, debido a un decreto aprobado en EU. contra los emigrantes chinos, muchos chinos llegaron al norte de México provenientes de San Francisco y otros lugares de los EU En 1910, el número de los chinos radicados en México alcanzó a 13 mil [22] (30 mil según otras fuentes). Los chinos se se establecieron en Baja California, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas eran empleados en la construcción de los ferrocarriles y carreteras, o trabajaban en el campo para los cultivos y en las minas. Este grupo oriental contribuyó a la fundación y la prosperidad de ciudades fronterizas como Mexicali.

    Mexicali se fundó el 14 de marzo de 1903 con la llegada de 500 campesinos, y al año siguiente contaba con unos 10 mil habitantes. En 1905, Harry Chandler, editor de Los Angeles Times y dirigente del sindicato Colorado River Land Company, importó un número considerable de trabajadores chinos conocidos como coolies. Pocos años después, se habían establecido en el lugar unas 30 organizaciones de chinos. En 1919, Mexicali tenía una población de unos 10 mil habitantes, de los cuales unos 9 mil eran chinos. Los chinos establecieron allí granjas, tiendas, constituyendo la principal parte de la sociedad de Mexicali y sus alrededores. La lengua china era lengua común, y los recibos escritos en chino servían de cheques. Había en Mexicali teatros, casa de té, residencias, restaurants al estilo chino, Mexicali parecía una ciudad china, los chinos en México le llamaban la Pequeña Cantón [23].

    En Tamaulipas los chinos primero trabajaron en construcción del ferrocarril de Tampico a San Luis Potosí, luego en la explotación de petróleo. A partir de Tampico ampliaron su zona de influencia a la Huasteca veracruzana, donde fundaron una red de comercios alineada con la explotación del petróleo y el esparcimiento de los obreros petroleros. A partir de la década de los veintes la colonia china en Veracruz merecía el análisis de una publicación semanal que apareció 10 años más tarde: Sucesos para todos.

    […] A Chiapas llegaron los primeros inmigrantes chinos en 1890 como comerciantes. Procedían de Panamá. Establecieron prosperos negocios en Tapachula. En 1898, mil trabajadores chinos fueron enviados a Oaxaca para trabajar en los ferrocarriles.

    México también atrajo capital chino. En 1889, un grupo de comerciantes chinos residentes en San Francisco invirtieron en las minas de Baja California 328 mil dólares. Capital de comerciantes de Shanghai fue invertido en las minas de Sonora. En enero de 1906, Kang Youwei, promotor del movimiento reformista en China, viajó a México para investigar las posibilidades de invertir en este país. En Torreón, estableció la Companía bancaria México – China, subsidiaria de la Corporación Comercial. Tenía como función la compra y venta de bienes raíces y la transferencia de fondos a Nueva York y Hong Kong.

    Las campaňas antichinas durante 1911 – 1936 y sus consecuencias

    Durante la Revolución Mexicana iniciada en 1910 hubo un incidente que ocasionó la protesta del gobierno chino ante el gobierno de México. Las fuerzas de Francisco I.Madero, comandadas por su hermano Emilio Madero, entraron en la ciudad de Torreón el 15 de mayo de 1911. Junto con ellos entrón un grupo de alrededor de 4 mil hombres que atacaron, robaron y asesinaron a los chinos. Los daños alcanzaron un total de 850 mil dólares por el saqueo de un banco, el Club chino, tiendas comeriantes y restaurantes. Murieron alrededor de 303 chinos y 5 japoneses. (2 millones de dólares en daños y 316 muertes según otra fuente)…

    Más adelante, China moderó sus demandas. En noviembre de 1912, México y China firmaron un protocolo en el que México se comprometio a pagar 3 millones de pesos a China. Un Segundo protocolo, firmado el 13 de diciembre de 1912, extendía la fecha de pago al 15 de febrero de 1913. Por sus problemas internos, México no pagó la suma [24].

    En 1916, en Chihuahua, más de 200 chinos fueron asesinados; fueron saqueadas las tiendas y las granjas de los chinos. En Mexicali, donde se concentraban los chinos, debido a las dificultades presupuestarias, desde 1920 las autoridades municipales recaudaban fondos a los chinos para la construcción de las carreteras, la edificación de las escuelas y crear las obras públicas. Y éstos hacían generosamente sus contribuciones. Sin embargo, más tarde, abusando de la generosidad de los chinos, les cobraban cada trimestre “impuestos per capita”, lo cual despertó descontento entre los orientales. En 1929, la asociación de los chinos de Mexicali contrató un abogado para poner pleito a las autoridades municipales. En el mismo aňo, por la aprobación del presidente de México, se canceló “impuesto per capita”[25].

    Cierto tiempo después se realizaron en los estados del norte del país movimiento antichino, acusándoles a los chinos de acaparar la actividad comercial local. En Sonora, José María Arana, un profesor de escuela elemental que además tenía algunos negocios, inició la campaňa. Trató de utilizar la legislación para presionar a los chinos con la propaganda en su tabloide Propatria. Pero el gobierno chino se quejó ante el gobierno mexicano por los atropellos de que eran objeto sus nacionales en los territorios de Sonora y Sinaloa. De 1895 a 1910 la tercera parte de esta población se concentró en el estado de Sonora, porcentaje que después declina en coincidencia con los origenes e impulses de las actividades antichinas en la región noroeste. [26].

    En la década de 1920, el gobierno mexicano y el chino revisaron el Tratado de 1899 y firmaron un acuerdo que serviría como modus vivendis. Según este acuerdo, el Tratado de 1899 continuaría vigente hasta que se elaborara una enmienda definitiva. La inmigración de trabajadores chinos a México estaría sujeta a las regulaciones que establecieran en común acuerdo ambos gobiernos. De hecho, el gobierno mexicano prohibió la inmigración de trabajadores chinos en 1921.

    […] El 20 de septiembre de 1926 el gobierno mexicano envió una nota a la cancillería china reiterando su intención de dar terminado el Tratado de 1899 y el acuerdo suplementario o modus vivendis de 1921. Esto finalmente fue aceptado el 30 de noviembre de 1928. Por esta misma época el gobierno mexicano apoyó al gobierno chino en su compaňa para la abolición de la extraterritorialidad y el 12 de noviembre de 1929. Genaro Estrada declaró que México renunciaba a esos derechos y que a partir de ese momento a los chinos en México se les garantizaria la misma protección que a cualquier otro extranjero residente en el territorio nacional.

    La migración china a México decreció a fines de la década de 1920 y principios de la siguiente. En 1930, el Congreso de México un decreto antichino que estipulaba que las tiendas de dueño chino, para contratar a un trabajador chino tenían que contratar previamente a 9 trabajadores mexicanos. Con el movimiento antichino que volvió a desatarse en los estados del norte, muchos se vieron obigados a abandonar el país. De acuerdo con las cifras oficiales de 1931 a 1940, sólo fueron admitidos en el país 166 naturales de esa nacionalidad asiática.

    Los chinos en México desde 1936 hasta hoy

    La ola contra los emigrantes chinos se calmó con la toma de posesión del presidente Lázaro Cárdenas en 1936. Aumentó paulatinamente el número de los chinos en México, en 1943, había en México 12 500 chinos. No se sabe con certeza cuántos chinos hay en 2008 en el país, una incertidumbre a la que contribuyen los desplazamientos clandestinos de chinos a las actividades legales y a las otras que describen autores como Xavier Raufer, de Francia.

    A partir de de la Segunda guerra mundial, la política de los gobiernos mexicanos hacia la emigración china ha sido cambiante, entre tensa y flexible. En 1969, había unos 16 800 chinos, entre los cuales, los descendientes ocupaban una tercera parte. En 1971, el presidente Luis Echeverría reconoció a la República Popular China como el único gobierno legítimo de China… El 14 de febrero de 1972, México rompió sus relaciones con el estado de Taiwán y estableció en cambio las relaciones diplomáticas con la RPC.

    Nadie en México conoce con precisión la cifra de chinos que viven en México al inicio del siglo XXI. Los primeros interesados en ocultarla son los dirigentes del Instituto Nacional de Migración porque efectúan negocios con la migración denominada ilegal de nacionales chinos.

    La migración china a México tiene lugar por motivos de sobrevivencia. La intensidad de las tragedias relacionadas con las guerras del opio, y sobre todo a la destrucción de las instituciones imperiales chinas, que es en general ignorada por la mayor parte de la clase política occidental y los investigadores de nuestra parte del planeta fue vivida en carne propia por los inmigrantes chinos a México. El pillaje, el hambre y la represión durarán un siglo, de 1840 con la derrota china a manos de los ingleses, hasta 1949 con la llegada de los comunistas al poder, periodo de la migración inicial cuando el derecho de asilo no era parte de la parafernalia de la clase gobernante mexicana. La migración ilegal tenía que hacerse como se sigue haciendo: a gran precio en beneficio de las autoridades migratorias mexicanas corruptas. Los investigadores anglosajones, por ser buenos conocedores de este periodo, estiman que el número de las víctimas oscila entre120 y 150 millones en un siglo y medio.

    Bibliografía

    Ana Arenzana (coordinadora), El poblamiento de México, tomo III, Consejo Nacional de Población, 1993 Jorge Gómez Izquierdo, El movimiento anti chino en México 1871-1934. Problemas del racismo y del nacionalismo durante la Revolución mexicana, tesis de sociología, FCPyS, UNAM. Li Chunhui y Yan Shengmao, Historia de los chinos en las Americas, Editorial Dongfang, 1990, Beijing. Liu Hanbiao y Zhang Xinghan, Panorama de los chinos de ultramar, Editorial de la Universidad Jinan, Guangzhú, 1994. Valdés Lakowsky, Vera. Vinculaciones chino-mexicanas. Albores, testimonios ( 1874-1899 ), Mexico, UNAM, 1981.

    *El autor del artículo del que se han extraido estos párrafos es Xu Shicheng, profesor-investigador titular y vice-presidente del Comité Académico del Instituto de América Latina (IAL), anexo a la Academia de Ciencias Sociales de China y vice-presidente de la Asociación China de Estudios Latinoamericanos. Lo actualiza la «Red Voltaire» con sus investigaciones sobre el cordón sanitario establecido por los anglosajones en torno a China la víspera de los Juegos Olímpicos de agosto de 2008. Correo electrónico: xusc@cass.org.cn

    [1] 499 d.c. [2] Un li = 500 m [3] Peninsula Kamchatka [4] M. de Guignes, Recherches sur les navigations des Chinois du cote de l’Amerique et sur quelques peuples situes l’extremite orientale de l’Asie. En Memoires de Litterature tires des registres de l’Academie Royale des Inscriptione et Belles-Lettres, Tome XXVIII, pp.503-526, Imprimerie Royale. [5] W.L. Schurz, The Manila Galleon, 1959, New York, p.287 [6] G. Garreri, Viaje a la Nueva Espaňa, Mexico, 1976,p.9 [7] Wang Liang, Indice de los datos historicos de la diplomacia en la dinastia Qing, Tomo XCI [8] S. Steiner, Fusan-the Chinese who buit America, New York, 1979, p.81 [9] C. H. Haring, The Spanish Empire in America, New York, 1979, p.197 [10] S. Steiner, Fusan-the Chinese who buit America, New York, 1979, p.81 [11] The Far Eastern Quartely, 1942, Tomo I, No.IV,p.387 [12] I.Altman y J.Lockhart, Provinces of Early Mexico, San Angel, 1936, p. 207 [13] Yu Shouzi, Historia de los chinos en México, p.10, Taipei, Editorial Haiwai Wenku, 1954 [14] Ana Arenzana ( coordinadora ), El poblamiento de México, tomo III, pp.188-195, Consejo Nacional de Población, 1993 [15] Liu Hanbiao y Zhang Xinghan, Panorama de los chinos de ultramar, Editorial de la Universidad Jinan, Guangzhou, 1994, p.246 [16] Chang Yelang, El desarrollo de la nacion china de ultramar, Shanghai, Universidad Nacional de Jinan, 1929, p.48 [17] Archivos del Ministerio de las Relaciones Exteriores (MRE) de la Dinastia Qing, el 4 de junio de 1904. [18] Archivos del MRE de la Dinastia Qing, el 17 de agosto de 1910, Informe del enviado especial Liang Chen sobre su asistencia a los actos conmemorativos con motivo del Centenario de la Independencia de Mexico. [19] Valdes Lakowsky, Vera. Vinculaciones chino-mexicanas. Albores,testimonios ( 1874-1898 ), Mexico, UNAM, 1981,pp.182-183 [20] El Correo del Comercio, Julio 18, 1876, 2a.epoca, No.1500. [21] Sha Ding y otros, Breve Historia de las Relaciones entre China y America Latina, Editorial del Pueblo de He Nan, 1986, p.217 [22] Archivos de la Cancilleria de la Dinastia Qing, Informe del Zhang Yintang, embajador especial del Emperador Xuan Tong sobre su asistencia a los actos conmemorativos del Primer Centenario de la Independencia de Mexico. [23] Li Chunhui y Yan Shengmao, Historia de los chinos en las Americas, pp.628-638, Editorial Oriente,1990, Beijing [24] Wu Pak-Shing, China’s Diplomatic Relations with Mexico, China Quarterly, Vol.IV,No.3, Verano 1939,p.497. [25] Li Chunhui y Yan Shengmao, Historia de los chinos en las Americas, pp.629-630, Editorial Dongfang, 1990, Beijing [26] Jorge Gomez Izquierdo, El movimiento antichino en México 1871-1934. Problemas del racismo y del nacionalismo durante la Revolución mexicana, tesis.

  2. Rubí Landeros

    Definitivamente el artículo de Diego, como todos los demás con los que nos ha deleitado, es excelente. Me parece ameno, serio y ala vez divertido, con un estilo muy personal. Felicidades y adelante.

    Por otro lado, un agradecimiento a Fernando Baca por su interesante comentario y su aporte a lo que escribió Diego.

  3. Rubí Landeros

    Una corrección, puse ala vez, en vez de a la vez. 😀

  4. Diego Enrique Rodríguez

    Agradezco la atención y el interés del señor Fernando Baca Rivera, lector agudo, por el comentario y la información que compartió conmigo y, más importante, con todos los lectores de este medio. La cultura sólo funciona si todos participamos y cuestionamos la información y las opiniones que consumimos. El tema de la participación crítica resulta de suma importancia en estos días en los que la palabra “democracia” está en boca de todos. Acabo de leer en la revista Letras Libres un artículo de Javier Sicilia en el que se dice que la verdadera democracia sólo medra en espacios independientes y autónomos, al margen del poder que ejercen los partidos y los intereses económicos; la convivencia y el intercambio de ideas, es decir, el verdadero ejercicio democrático , es una forma de combatir la opresión y la injusticia.

  5. Diego Enrique Rodríguez Landeros

    Agradezco el comentario que el señor Fernando Baca Rivera, lector agudo, hizo a propósito de mi artículo, y por la información que compartió conmigo y, más importante, con los lectores de este medio.

    La cultura sólo es posible con la participación de todos. El intercambio de ideas y el sometimiento crítico de la información que consumimos a través de los medios de información son actividades imprescindibles: resultan de capital importancia para que logre medrar la democracia en estos días, cuando esa palabra está en boca de todos de manera un poco irresponsable. El ejercicio democrático no significa votar por el partido político o por la persona que más nos simpatice. La verdadera democracia se encuentra en espacios autónomos -como éste, por ejemplo- donde es posible decir que uno no está de acuerdo. Acabo de leer en la revista Letras Libres un articulo de Javier Sicilia en el que afirma que la democracia es una actitud política, no un ejercicio de poder -en realidad opina que la verdadera democracia debería servir para oponerse al poder y la injusticia. Dice Sicilia: “Ese nosotros de la conspiratio [es decir, de la democracia] no pertenece al mundo de la política en el sentido griego, que sólo reconocía un nosotros entre los hombres libres de una ciudad que ejercían, como hoy, sus funciones en consejos especializados y exclusivos, llamados partidos o cámaras” (http://www.letraslibres.com/revista/dossier/dialogo-sobre-la-democracia). El intercambio independiente de opiniones y de información es una manera de ejercer la democracia al margen de los poderosos,de los partidos rateros y de los que ven amenazados sus intereses cuando los ciudadanos piensan. Bienvenidos todos los comentarios, críticas. BIenvenida la democracia.

    Por último, yo también me la pasé bien la noche del 23 de enero, aunque me sigue pareciendo que el barrio chino del D.F. es decepcionante. A veces la realidad me decepciona, por eso prefiero hablar desde un reducto inexpugnable: la literatura.

  6. Diego Enrique Rodríguez Landeros

    Agradezco el comentario que el señor Fernando Baca Rivera, lector agudo, hizo a propósito de mi artículo, y por la información que compartió conmigo y, más importante, con los lectores de este medio.

    La cultura sólo es posible con la participación de todos. El intercambio de ideas y el sometimiento crítico de la información que consumimos a través de los medios de información son actividades imprescindibles: resultan de capital importancia para que logre medrar la democracia en estos días, cuando esa palabra está en boca de todos de manera un poco irresponsable. El ejercicio democrático no significa votar por el partido político o por la persona que más nos simpatice. La verdadera democracia se encuentra en espacios autónomos -como éste, por ejemplo- donde es posible decir que uno no está de acuerdo. Acabo de leer en la revista Letras Libres un articulo de Javier Sicilia en el que afirma que la democracia es una actitud política, no un ejercicio de poder -en realidad opina que la verdadera democracia debería servir para oponerse al poder y la injusticia. Dice Sicilia: “Ese nosotros de la conspiratio [es decir, de la democracia] no pertenece al mundo de la política en el sentido griego, que sólo reconocía un nosotros entre los hombres libres de una ciudad que ejercían, como hoy, sus funciones en consejos especializados y exclusivos, llamados partidos o cámaras” (http://www.letraslibres.com/revista/dossier/dialogo-sobre-la-democracia). El intercambio independiente de opiniones y de información es una manera de ejercer la democracia al margen de los poderosos,de los partidos rateros y de los que ven amenazados sus intereses cuando los ciudadanos piensan. Bienvenidos todos los comentarios y las críticas. BIenvenida la democracia.

    Por último, yo también me la pasé bien la noche del 23 de enero, aunque me sigue pareciendo que el barrio chino del D.F. es decepcionante. A veces la realidad me decepciona, por eso prefiero hablar desde un reducto inexpugnable: la literatura.

  7. Diego Enrique Rodríguez Landeros

    Qué gracioso, no sé por qué se publicó tres veces. El primero no cuenta…

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