Todo lo que parece ser cierto, seguramente es cierto, pero cierto es también que todo puede ser usado a conveniencia para promover intereses muy alejados de la verdad y de la justicia. He aquí un conjunto de hechos cuya conexión resulta, por lo menos, sospechosa.
Primer hecho. La tribu yaqui de Estación Vícam se une a los ricos de Obregón para impedir que el gobierno del Estado se traiga cien millones de metros cúbicos de agua de la presa El Novillo. Para ellos han emprendido diversas acciones, legales y de hecho, y los resultados han sido mixtos. El cierre de la carretera, sin embargo, puso a la tribu yaqui en la agenda nacional.
Segundo hecho. La mina Buenavista del Cobre, propiedad del Grupo México, derramó millones de litros de metales tóxicos en los ríos Bacanuchi y Sonora generando una catástrofe ambiental que, dicen los que lo recuerdan, es similar a muchos otros derrames que, con criminal negligencia, los negocios del Grupo México han ocasionado, no sólo en Sonora, sino en muchos otros lugares del país.
Tercer hecho. Francisco Romo, un profesor bilingüe de las comunidades yaquis, se alía con el gobierno del estado para denostar el movimiento que los yaquis de Estación Vícam sostienen en la carretera internacional. En ese marco, un día Pancho Romo llega al bloqueo en estado de ebriedad y manejando una camioneta (lo de la ebriedad lo dicen los yaquis de Estación Vícam, pero vimos por Facebook fotos donde el personaje en cuestión estaba dormido en su carro en aparente estado etílico) y trata de atropellar a unas personas (quizá sí iba borracho y no pudo frenar a tiempo). Lo atrapan, lo amarran y lo llevan a la guardia tradicional, donde recibe unos chicotazos. El castigo, bárbaro como es, no es excepcional porque los yaquis lo suelen aplicar (muy de vez en cuando) a los infractores. El mencionado Romo interpone una demanda por secuestro y robo del carro y el gobierno del Estado la toma al aire, para lo que se pueda ofrecer.
Cuarto hecho. El programa Punto de Partida de Televisa difunde un reportaje que muestra que el gobernador de Sonora y su familia construyeron sin ningún permiso un represo de cuatro millones de metros cubicos de agua para convertir su rancho Pozo Nuevo en un vergel en medio de un territorio medio yermo donde los habitantes del rededor padecen a diario hasta para conseguir agua para tomar.
Quinto hecho. La policía estatal investigadora (o eso se cree, porque los agentes iban de civil), aprehendieron a Mario Luna en Obregón y acusado de lo que lo acusó Pancho Romo, enfrenta la posibilidad de 24 años de prisión.
¿Cómo estarán relacionado estos hechos? Porque de que están relacionados, están relacionados. Mi hipótesis es la siguiente (nótese el carácter de hipotético de lo que diré).
El gobernador Padrés tiene tres objetivos aprovechando que es gobernador: uno, construir el Acueducto Independencia para proveer del agua que a largo plazo necesita el desarrollo inmobiliario de la ciudad, un proyecto muy ambicioso, que involucra miles de millones de pesos y a los grupos económicos (y políticos) más poderosos del norte del estado. Dos, afianzar la fortuna familiar porque nadie sabe lo que pudiera pasar. Y tres, retener el poder para el PAN en el estado.
Al primer proyecto se le opone el poderoso Grupo Cajeme que, viendo que sus recursos eran pocos (no me refiero al dinero, que será lo único cuantioso que tienen, sino a la fuerza para formar, impulsar y sostener un movimiento social) se alían con las autoridades yaquis de Vícam Estación. Los yaquis han sido una piedra en el zapato para Guillermo Padrés, y no porque la tribu sea rebelde, que lo es, sino porque, por un lado, unos están aliados con la competencia y, por otro, los que pudieran ser sus aliados se sienten traicionados porque Padrés fue a reunirse con ellos en el 2009 (en Loma de Guamuchil) y les hizo 20 promesas de las cuales no ha cumplido ninguna… o casi ninguna, porque el indión está a medio construir (el indión es una estatua a la que así se le llama porque representa un danzante yaqui que según el gobierno mediría 10 metros de alto; luego lo subieron, en los planes, a 20 metros y ahora creo que va en treinta metros. El problema es que nadie le pidió ese parador sobre la carretera porque el propósito declarado, que daría un lugar a los yaquis para sus fiestas y tradiciones, es falso porque los yaquis en miles de años no han necesitado nada diferente a sus ramadas tradicionales para practicar su cultura).
El caso es que el acueducto está más peleado que las playas de Normandía en la segunda guerra mundial y el sexenio de Padrés amenaza llegar a su fin sin su obra cumbre.
Al segundo propósito del gobernador se le opone la opinión pública debidamente acicateada por sendos programas de televisión que dejan la sensación de que Guillermo Padrés está acaparando el agua en un estado donde es un problema de primer orden y mucho gente su por su carencia y escasez. No contenta con la denuncia al Gobernador, Denisse Maerker se avienta dos o tres días después otro reportaje donde un humilde cantinero de Navojoa aparece como vendedor de un terreno en Hermosillo que vale millones y donde se involucra a Juan Valencia, el dirigente estatal de PAN, y a familiares del Gobernador.
Al tercer propósito del Gobernador Padrés se le opone el PRI que, para mala suerte del mandatario estatal, está en la Presidencia de la República y con muchas ganas de recuperar el estado.
No sería muy descabellado pensar que el muy poderoso Germán Larrea haya ya negociado con el gobierno federal para bajarle de tono a su problema (el derrame de tóxicos). Quizá hasta limpien los ríos contaminados porque lo que los perjudica no es el dinero que se gastarían en limpiar, sino el desprestigio y el temor de que el pueblo de Sonora (generalmente apático para el movimiento social) despierte de su letargo y forme un movimiento que exija la salida de la minera del Estado.
Si esa negociación se dio (entre Germán Larrea y el Presidente), qué mejor distractor que un acto ilegítimo, inmoral y quizá ilegal como el represo que los Padrés se mandaron construir en so oasis. El Presidente de la República y el PRI están en campaña por recuperar la gubernatura del estado y van con todo para tumbar al PAN.
La maniobra no hubiera sido tan redonda si no estuviera Televisa lista para pagar los favores recibidos. ¿Creen Televisa y Denisse Maerker que los políticos tranzas, rateros, malvivientes, sinvergüenzas y baquetones solamente están en el PAN?
Saben perfectamente que la inmoralidad campea en el PRI, en el PAN, en el PRD, en el Verde, en el PT y quizá hasta en Morena, como lo muestran casos legendarios ligados a esos institutos “de interés público”. Televisa sabe eso, pero su misión no es la información; su misión es ser un instrumento especializado en dar y recibir favores. Lo primero que Televisa quiere saber no es si el asunto a ventilar (u ocultar) es legítimo o ilegítimo, moral o inmoral, legal o ilegal, sino saber qué beneficios, qué prebendas, qué ventajas les dejará.
Para defenderse, Padrés pidió la expulsión de cuatro delegados federales involucrados en los asuntos mencionados, delegados que en el reportaje de Televisa dijeron, como quien es ajeno a un problema: “No, quién sabe, aquí no sabemos nada, aquí no hay ningún permiso”, como si esos personajes no estuvieran para vigilar lo que ahora dicen desconocer. La estrategia de Padrés de desviar la atención falló porque el asunto de su rancho es más grande que la expulsión de cuatro simples delegados federales.
Viendo que por allí no iba a ningún lado, el Gobernador volteó a la tribu yaqui, no para cumplirle las promesas que le hizo desde 2009, sino para buscar algo que distrajera a la opinión pública de sus (turbios) negocios. Mandó aprehender a Mario Luna, el vocero de la guardia tradicional de Vícam Estación, no porque haya secuestrado a alguien y tampoco porque el gobernador quiera hacer prevalecer la justicia y el estado de derecho. No, de ninguna manera. Lo hizo para usarlo como distractor de las graves acusaciones que pesan sobre él, su familia, su gobierno y su partido.
Ahora los yaquis (y todos los grupos sociales con demandas legítimas) saben que si al gobernador (y, ¿por qué no?, el presidente de la república) necesita sacrificar a alguien para apartar los reflectores que pudieran caer sobre sus latrocinios, no dudarán en orquestar denuncias para usarlas a discreción.
Para mayor desgracia, parece ser que han encontrado el cadáver de Pancho Romo, el profesor yaqui opuesto al bloqueo y que interpuso la demanda contra Mario Luna. Dicen los que saben que el cuerpo tenía un letrero que decía “por traidor a la tribu yaqui”. Si yo quisiera matar a alguien, lo menos que haría sería dejar evidentes indicios de que yo fui. Pero si quisiera culpar a alguien, cometería el crimen tratando de hacer creer que fue algún enemigo mío. Como los ciudadanos no se chupan el dedo, ahora el gobierno del Estado debe mostrar su eficiencia investigativa para dar con quien quienes realmente mataron a Romo.
Quizá el gobierno de Guillermo Padrés esté desesperado, pero hizo un cálculo correcto: los yaquis no se van a quedar con los brazos cruzados y el bloqueo de la carretera será de tal magnitud que el asunto de su rancho pasará a segundo lugar en la atención de la opinión pública, lo que justamente quiere el marrullero gobernante. El enfrentamiento apenas empieza y se vislumbra que sea de pronóstico reservado.
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