El pasado domingo 24 de febrero, día de la bandera nacional, reaccionamos a una noticia donde se decía que Taibo II, el director del FCE, expulsaría al pensamiento neoliberal del Trimestre Económico. Dijimos en esa publicación:

“En 1988, el Ayatola Jomeini decretó el asesinato de Salman Rushdie, el autor del libro Los versos satánicos, considerado blasfemo por el régimen teocrático de Irán. Dijo Jomeini: “Es obligación de todo buen musulmán asesinar a ese hombre y a todos aquellos implicados en la publicación del libro. Incluso si Salman Rushdie se arrepiente y llega a convertirse en el hombre más piadoso de todos los tiempos –continuaba el Ayatola–, es obligatorio que cualquier musulmán haga todo lo necesario para enviarlo al infierno”.

“En 2019, Paco Ignacio Taibo II, un escritor que escribió un libro malísimo sobre la tribu yaqui (puede verse el análisis en https://bit.ly/2Izn6x8) y que ahora es director del Fondo de Cultura Económica,  ha decidido terminar con El Trimestre Económico, quizá la mejor revista de Economía que se ha publicado en América Latina. La razón, según el Ayatola de la Cuarta Transformación, es porque “el Trimestre Económico ha sido portador del proyecto neoliberal… un cadáver del que tenemos que despojarnos lo más rápidamente posible por el daño que le ha hecho a la nación.

“Sería bueno que alguien, oportuno, le hubiera hecho un examen a Taibo para ver cuántos artículos del Trimestre ha leído…”

Uno de nuestros pocos lectores (pocos, pero de primer nivel) que nos hacen el favor de dialogar con nosotros nos reclamó la imprecisión sobre la desaparición de la revista. Es cierto, Taibo no dijo que desaparecía esa importante publicación. Dijo que quería despojarla del neoliberalismo. Otro de nuestros dialogantes nos dijo que tampoco eso sucedería: que cuando hubiera un artículo neoliberal, insertarían otro que se le contrapusiera sobre el mismo tópico.

Los críticos de nuestra publicación nos dijeron que excluir al neoliberalismo está bien; que la ciencia económica se hubiera construido sin neoliberalismo, y que antes (se entiende que antes del actual gobierno) nadie hubiera criticado que las otras corrientes de pensamientos (las diferentes al neoliberalismo) estuvieran excluidas. Estas afirmaciones merecen algunas precisiones:

Primera, la ciencia económica se construyó sobre la base de la escuela clásica que, posteriormente, evolucionó sobre los planteamientos neoclásicos. Una de sus vertientes actuales es el monetarismo, que es neoclásica y que ha contribuido con una fuerte propuesta de teorías para la política económica. También de raíz clásica es el keynesianismo y el institucionalismo, ambas en fuerte discusión con el monetarismo (que es base del planteamiento neoliberal). Es como la física, que seguramente hubiera evolucionado sin Newton, pero que ahora no se puede desligar de esas raíces. El marxismo nunca fue una teoría económica. Desde sus cimientos se asumió como una crítica a la economía política, como se llamaba antes a esa ciencia.

Segunda, en una búsqueda somera (que nuestros críticos pudieron haber hecho) se encontró que muchos artículos de El Trimestre Económico son de raíz diversa a la neoclásica (el neoliberalismo no es una corriente de la teoría económica, sino un planteamiento de política económica y una visión entre las muchas que hay sobre lo que significa una “sociedad buena” (ver al final la referencia a Ansberger y Parijs). Para ver eso, la diversidad de la revista, bastan algunos ejemplos. El primero es el artículo de Felipe Correa Mautz titulado “El pensamiento económico de los estudiantes de economía de Chile”, publicado en el número 330 de abril-junio de 2016. Antes, en 2015, apareció el de Gonzalo Castañeda titulado ¿Se encuentra la ciencia económica en México en la vanguardia de la corriente dominante?, publicado en el número 326 de abril-junio de 2015.  Por último, está el artículo de Ignacio Perrotini Hernández que es, en realidad, un comentario bibliográfico al libro de Ricardo French-Davis titulado Reformas para la América Latina: después del fundamentalismo neoliberal (Siglo XXI, Argentina, 2005), publicado (el comentario) en el número 293 de enero-marzo del 2007. Basten esos tres ejemplos para poner de manifiesto la superficialidad de que corrientes distintas del credo neoliberal estaban excluidas del Trimestre.

Tercera, he oído con mucha frecuencia en este sexenio la queja sobre la parcialidad de los críticos, que callaban en el pasado y ahora critican con denuedo. ¿Por qué -preguntan- critican al gobierno actual si los gobiernos anteriores hicieron lo mismo y nunca los criticaron? Eso es, antes que nada, una falsedad dicha con la mayor irresponsabilidad y, luego, es una autoacusación. ¿Por qué el gobierno actual hace lo mismo si nos dijo que sería diferente?

Cuarta, la parte esa que se propone poner un artículo de opuesto signo junto a cada uno de tendencia neoliberal es, por lo menos, una estulticia. ¿Qué acaso el comité editorial, alejándose de las prácticas internacionales, obedecerá las órdenes de Taibo? Ninguna revista seria haría eso. La discusión se da, desde luego, pero como parte del ambiente académico que debe tener como condición la libertad, sobre todo la libertad de pensamiento.

Quinta, hay una crítica a lo que publicamos (y un apoyo tácito a la atrocidad de Taibo) que muestra el extremo dogmatismo en que caen incluso personas inteligentes y culturalmente bien formadas. Me refiero a esos que siguen el siguiente formato para denostar lo que les disgusta, lo que difiere de su sistema de ideas: “Qué bueno que la corriente de pensamiento X ha sido expulsada. Así nada más nos quedaremos los que pensamos como Y”.

Para información de los que han leído poco, o han dirigido sus lecturas a otro campo, se les informa que el neoliberalismo es uno de los cuatro enfoques teóricos que proponen rutas para lograr una sociedad éticamente buena. Para un compendio de esas ideas, sería muy provechosa la lectura de ese libro intitulado “Ética económica y social. Teorías de la sociedad justa”, escrito por dos académicos de izquierda, Philippe van Parijs y Christian Arnsperger. Si lo leen con detenimiento podrían aprender que el neoliberalismo no es corrupción, no es represión (alguien dijo, por aquí, y lo dijo sin rubor: “reprimen al pueblo con ropaje de progresistas, pero con métodos neoliberales”), no es crimen organizado, no es impunidad, ni simulación ni saqueo de la nación. Los que creen eso (me costa incluso personalmente) no conocen las corrientes de la ética social y se basan, para su desgracia, en los desafortunados dichos de Andrés Manuel López Obrador sobre el tema, ideas que provienen más de sus fobias y filias que de sus conocimientos, que en realidad se nota que son escasos sobre esos enfoques filosóficos. Quizá, si leen ese libro, comprenderán que el neoliberalismo es solamente el privilegio del mercado sobre el estado en el asunto de la asignación de bienes entre los miembros de la sociedad; es el privilegio de la democracia representativa sobre la democracia directa o de mano alzada; es el privilegio individuo y el respecto a los derechos humanos (entre ellos el de propiedad, es cierto) sobre colectivos o en masa; es, en fin, el privilegio de la libertad sobre cualquier forma de autoritarismo y de liderazgos mesiánicos. Eso, nada más.

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