La foto que ilustra nuestra propuesta de hoy es La Niña sin Miedo, un símbolo del empoderamiento femenino porque se le planta valientemente al terrorífico Toro de Wall Street, el símbolo del poder y del dinero.

Fieles a nuestra idea de proponer medidas radicales que lleven a una verdadera transformación, hace días propusimos el fin del financiamiento público a los partidos políticos. Que se honre el principio constitucional de libertad de asociación, que se formen los partidos políticos que se quiera, pero que no tengan financiamiento público. La idea era terminar con ese negociazo que es la política para poderosas familias (en el sentido civil y en el sentido delincuencial) que viven como sultanes con ese financiamiento.

Se nos criticó acremente por esa propuesta porque, se argumentó, los partidos sin financiamiento serán víctimas del crimen organizado. Se conforman, dicen, con una reducción, como propone Morena en el Congreso. Se pasó por alto, primero, que dijimos con claridad que, a pesar de que no habría recursos públicos, los ingresos de esas organizaciones y sus gastos “sean estrechamente vigilados”. Otra cosa que se pasó por alto es que con ese argumento al rato tendremos que subsidiar a todo mundo para que no se meta en el crimen organizado.

Ampliamos la propuesta anterior, agreguemos que el congreso de la unión tenga solamente 101 diputados y 32 senadores, y que los congresos locales tengan todos diez miembros cada uno.  

Sobre esa base (cero financiamientos a los partidos y reducción de los congresos), ahora traemos otra propuesta aún más radical:

Aprovechando que es el Día Internacional de la Mujer (día que deberá desaparecer como tal el día que haya verdadera igualdad de derechos, de garantías y de oportunidades), proponemos que se legisle para que todos los puestos públicos principales de aquí para adelante sean ocupados exclusivamente por mujeres. Nos estamos refiriendo a la presidencia de la república, a las gubernaturas, a las secretarías de estado federales y estatales y las presidencias municipales, a las diputaciones federales y locales, a las senadurías, a los presidencias y direcciones generales de organismos públicos centralizados y descentralizados y a los dos puestos principales de la dirección de los partidos políticos.

Sabemos que es un sacrificio para los políticos, pero ¿qué acaso no dicen siempre que se están sacrificando por la nación? Sabemos que hay mujeres que pueden ser peor que los hombres, pero en general son más honestas y mejores administradores. Lo que sí es cierto es que no puede ser peor que lo que tenemos ahora.

La cuarta transformación (que para nosotros es la sexta: la independencia, la reforma, la revolución, el cardenismo, el neoliberalismo y ésta, que sin la anterior no hubiera llegado) terminará en nada si se sigue simulando que se está transformando algo. En este medio (que no está en el medio, sino en la orilla de las publicaciones) hemos hecho verdaderas propuestas transformadoras. Nadie nos ve ni nos oye en el actual gobierno (será por la fuerte influencia salinista que hay en sus filas), pero no nos importa. Al final que no digan que nadie les dijo… Ahí está. Parafraseando a la Revolución de Octubre de 1917, que realmente fue en noviembre: TODO EL PODER A LAS MUJERES.

 

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