A veces me pregunto por qué las autoridades no hacen esto o aquello, sobre todo si las cosas parecen evidentes. La razón debe estar, seguramente, en que no tengo ni la menor idea de lo que significa gobernar. Como México tiene una riqueza incalculable de dichos y refranes, hay uno para esto: “Ver los toros desde la barrera”. Este refrán se refiere, según la RAE, a “presenciar algo o tratar de ello sin correr el peligro a que se exponen quienes en ello intervienen”.

Aclarado el punto, diré que en relación a las amenazas a México por parte de Donald Trump, a mí me parece que las opciones son pocas y difíciles de tomar (romper con la inercia siempre ha sido dificultoso), pero muy claras.

Primera, si se nos impone un arancel, México debe imponer uno peor a los Estados Unidos, sobre todo a los productos que son columna vertebral de regiones con voto mayoritario por el energúmeno. En última instancia, la disyuntiva es esta: seguimos aguantando los golpes al ego nacional o prescindimos de la relación comercial con ese país. La decisión no es nada fácil, pero ni los Estados Unidos son el único país en el mundo ni nos vamos a morir sin sus productos.

Segunda, si quieren parar el tráfico de drogas a su país, que cuiden ellos sus fronteras. Es sabido que los miles de toneladas de droga que entran a ese país, no se difuminan al pasar la frontera. Va visiblemente en contenedores, carros, aviones y barcos que oficiales de aquel país dejan pasar. Su distribución en el territorio de allá no se puede hacer sin que se vea. Por tanto, alguna complicidad de las autoridades debe haber. Ellos podrían ponerle un alto a ese tráfico de la noche a la mañana… si quisieran.

Tercera, si quieren detener el flujo de migrantes, que cuiden sus puntos de entrada y que, si acaso se les cuelan, que vean qué hacen mientras resuelven el problema. México debe exigir verificación de la nacionalidad mexicana de los retornados. Además, no se debe aceptar de ningún modo el status de “Tercer País Seguro”: si la ley los obliga a seguir un proceso para otorgar asilo, que los migrantes esperen allá y no acá.

Cuarta, si México quiere cuidar el flujo de armas al país de allá para acá, que México cuide sus fronteras. Querer que los Estados Unidos paren ese flujo es tanto como que los Estados Unidos quieran que México detenga las drogas y los migrantes. Es como querer responsabilizar al vecino porque no detiene que entre alguien a nuestra casa.

Quinta, México tiene suscritos decenas de convenios de colaboración con los Estados Unidos: terrorismo, narcotráfico, aguas, mecanismos sanitarios, etc. En la medida en que el presidente de los Estados Unidos endurezca su tono (cosa que hará en los momentos clave de su intento de relección), México debería suspender provisionalmente (o definitivamente) alguno de ellos como mensaje de que no nos quedaremos con los brazos cruzados. Las negociaciones, tal y como se están llevando a cabo en Washington, muestran, más que carácter, sometimiento, sumisión ante un individuo que no sabe otra cosa que abusar del poder que tiene.

Lo mejor es agregar a las prioridades nacionales la reducción de la dependencia con los Estados Unidos. Junto a los dos asuntos principales: estado de derecho (fin de la corrupción, de la impunidad, de la violencia, del crimen y de la podredumbre del sistema de justicia) y fin de la pobreza, debemos construir la real independencia de México…

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