La mano alzada es la del representante del Vícam Switch, que al final se tuvo que ponerse diclofenaco en el hombro para amortiguar el dolor que le causó el esfuerzo de mantenerla así, alzada, por una hora.

Sin pensarlo dos veces, le tomamos la palabra a Brianda Vazquez (que nos hizo el favor de realizar las gestiones) para asistir a la conferencia mañanera del Presidente López Obrador. Habíamos hecho gestiones ante la oficina de Jesús Ramírez Cuellar, jefe de comunicación social del gobierno federal, pero de esas gestiones no recibimos ni siquiera un rotundo no. Simplemente nos ignoraron. Así que no podíamos perder la oportunidad de estar en la mañanera realizada en Hermosillo este 2 de septiembre.

Preparamos meticulosamente las preguntas. Tenemos decenas de cosas que preguntar al Presidente, pero se nos dijo que, si acaso nos daba la palabra, podríamos hacer solamente dos. ¿Cómo resumir los miles de problemas de las comunidades yaquis en general y de Vícam en particular en dos preguntas? Por fin nos decidimos por las siguientes:

  1. ¿Tiene su gobierno un plan de desarrollo económico y social para las comunidades yaquis? Hay que acotar que ese plan debe tener cinco líneas generales para ser tal:

Primera, el respeto del territorio que se les otorgó en el decreto cardenista de 1940 y que incluye la Cuchilla y otros territorios incautados o robados.

Segunda, la dotación de la cantidad de agua que marca el decreto mencionado y de la cual solo le llega a la comunidad el 60%, es decir menos de 150 millones de metros cúbicos al año de los 250 que deben llegar.

Tercera, la recuperación de las tierras hoy rentadas para impulsar un sistema financiero-operativo que las trabaje y coordine las actividades para que vuelva a haber liquidaciones (ganancias de fin de ciclo) por las cosechas.

Cuarta, el impulso y reordenamiento de las otras actividades primarias, como la ganadería, la pesca, la silvicultura y

Quinta, el impulso de actividades económicas no primarias en el territorio, como las industriales, comerciales y otros servicios. Eso le daría una alternativa a los miles de personas que cada madrugada salen a tomar camiones que los llevan a trabajar a las maquiladoras de Guaymas y Empalme, arriesgando la vida, abandonando a sus hijos y ausentándose sustancialmente de la vida comunitaria.

2. ¿Tiene usted un plan para restablecer el orden, la paz, la seguridad pública y el imperio de la ley en las comunidades yaquis? No puede haber allá desarrollo económico y social sin que prevalezca la ley. Vícam, señor Presidente, es un desgarriate, como lo son todas las comunidades yaquis. Allá no hay cárcel, la policía en el mejor de los casos es indiferente ante los hechos y no hay ningún mecanismo legal e institucional que complemente los usos y costumbres, que haga cumplir las leyes y que dé seguridad a la ciudadanía y certeza a los negocios que generen empleos. Si alguien quiere denunciar un delito, debe salir de las comunidades yaquis, ir a Bácum o a Guaymas, donde los agentes de la ley le dicen que no quieren problemas con la tribu yaqui, como si los yaquis fueran opuestos a la ley y al orden y no las víctimas que realmente son, como todos los demás. En las calles, señor Presidente, se pasean las bandas armadas con toda impunidad e intimidando a la población. No se trata solamente del crimen organizado, sino también de personas que se aprovechan los usos y costumbres para delinquir.

Quisiéramos saber, señor Presidente, cuál es su opinión respecto a estos dos asuntos.

Por principio de cuentas, no nos dieron la palabra. El Presidente decidió que alternaría la palabra entre un medio local y otro nacional. La decisión fue desproporcionada porque los locales eran la inmensa mayoría.

Como redujo el tiempo a una hora, solamente cinco personas preguntaron. Desde luego, no faltó la que tomó el micrófono y no lo quería soltar.

De la hora dedicada a la mañanera, veinte minutos se usaron en “informarnos” sobre el retraso en la carretera internacional y la promesa de que Germán Larrea atenderá los derrames de la minería. Tomó el micrófono uno que iba con él y destinó mucho tiempo para decir qué gasolineras son las más caras y las más baratas, como si los allí presentes no supieran el robo en descampado que se comete en la estación donde te pares.

Otra parte muy sustancial del tiempo lo utilizó el presidente para decir, como si fuera inédito, que estaba acabando con la corrupción, que ya las cosas no son como antes y que sus “asesores”, el pueblo, le había dicho que no mandara el dinero (así, como si el dinero fuera de él) con los funcionarios porque se “lo clavaban”.

Al final, los periodistas rodearon a Alfonso Durazo, el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, y se le hizo la pregunta sobre seguridad. Alfonso, quizá llevaba prisa, porque contestó con una generalidad que uno oye todos los días en los medios. Dijo que “el gabinete de seguridad se reunió en Guaymas con la gobernadora y la alcaldesa y que se habían acordado mecanismos para abatir la delincuencia, y eso –concluyó– incluye a Vícam”.

 

 

 

 

 

Compártelo: