Si estuviera en su lugar (que Dios guarde la hora, como me decía mi amada madre), yo hubiera hecho lo mismo que Andrés Manuel López Obrador en el asunto de Culiacán. Además, creo que Alfonso Durazo actuó con entereza y valentía al reconocer el error (que rubrica el “nada qué celebrar” anterior), cosa que no es fácil para un político
Los dos polos del ríspido debate son ciertos. Por un lado, se privilegió la vida de civiles y se evitó el inútil derramamiento de sangre. Por el otro, el gobierno fue doblegado por el narco, aunque en mi opinión correr también es defenderse y en esas circunstancias es muy fácil, desde fuera, recomendar valentía.
Pero el debate debería ser otro: cómo reconstruir el estado de derecho y cómo darle al Estado superioridad de fuego ante los criminales. Yo creo que sí existe una estrategia. La división del país en 266 regiones para la coordinación del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional es la base del plan. El problema es que esa estrategia está en construcción y los problemas para instrumentarla son muchos. Vea usted.
En primer lugar, aunque suena ya a justificación, el pasado juega un papel. La impartición de justicia sigue siendo un nido de corrupción: los jueces, los ministerios públicos y las policías siguen extorsionando y muchos de ellos trabajan para los criminales.
En segundo lugar, el reclutamiento de personal para la Guardia Nacional ha sido dificultoso y los pocos que se han alistado andan de migras de los Estados Unidos.
Tercero, el Presidente no está ayudando mucho. Primero, porque erosiona el respeto a la institución presidencial con epítetos hirientes a los medios de comunicación y a los opositores. Y segundo, porque toma a juego la lucha contras el crimen con frases inútiles como “abrazos, no balazos”, “fuchi, guácala”, “los voy a acusar con su mamá” y “los delincuentes también son pueblo”.
Cuarto, las limitaciones impuestas a las fuerzas federales son una camisa de fuerza. No es cierto que el narco tenga más poder de fuego que la Marina o el Ejército. Lo que pasa es que los federales no pueden usar el que tienen y los narcos lo usan libremente y sin escrúpulos.
Quinto, es deseable atacar las causas de la violencia, pero no se puede convertir ese objetivo, por lo menos en el corto plazo, en el mecanismo de contención . Se tiene que combatir el crimen con lo que la ley le da al Estado: el uso de la fuerza en la proporción necesaria.
La legalización de las drogas es la mejor solución, pero mientras debe haber un combate ordenado y coordinado contra la delincuencia. Sería muy oportuna una declaración conjunta del Presidente, los gobernadores, del Ejército, la Marina y la Secretaría de Seguridad Federal, de cero tolerancia a la agresión a los federales. La declaración debe incluir el pleno respeto a los derechos humanos de los ciudadanos, pero que los que tomen las armas se ponen en la línea de fuego. Parece drástico, pero no le veo de otra.
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