Dicen que hoy 6 de noviembre es el Día de los Economistas (eso nada más nos faltaba), y para “celebrarlo” publicaremos estas dos viñetas porque dicen que si de una ciencia no se hacen chistes y nadie la odia, ¿pues entonces qué tipo de ciencia es esa?

La primera viñeta está tomada de la novela El mapa y el territorio, del escritor francés Michel Houellebecq, publicada por Anagrama. Dice así: “Cada vez más, las teorías que trataban de explicar los fenómenos económicos, de prever sus evoluciones, le parecen más o menos igualmente inconsistentes, aventuradas, cada vez tenía más ganas de asemejarlas a la pura charlatanería; en ocasiones se dice que es incluso sorprendente que concedieran un Premio Nobel de Economía, como si esta disciplina pudiese alegar la misma metodología seria, el mismo rigor intelectual que la química o la física… ¿Cómo puede considerarse una ciencia a una disciplina que ni siquiera consigue hacer pronósticos verificables?… El crimen [es] un acto profundamente humano, vinculado, por supuesto, con las zonas más sombrías de lo humano, pero humano al fin y al cabo. El arte, por poner otro ejemplo, está relacionado con todo: con las zonas sombrías, con las luminosas, con las intermedias. La economía casi no está ligada con nada, sólo con lo más maquinal, previsible y mecánico que hay en el ser humano. No sólo no es una ciencia, sino que no es un arte, en definitiva no es prácticamente nada en absoluto”.

La otra viñeta está tomada de El Desinterés. Tratado crítico del hombre económico. Siglo XXI Editores, 2011, del gran sociólogo noruego Jon Elster. Va así: “Difícilmente puede rechazarse la importancia conceptual de la teoría de la maximización… Así, el estructuralismo de Marx (…)  fue ampliamente superado por la revolución marginalista… Los éxitos empíricos [de la economía] resultan menos espectaculares… El único premio Nobel de Economía otorgado a una teoría que contaba con predicciones empíricas verificadas fue el que recibió Daniel Kahneman, coinventor con Amos Tversky de la teoría de las perspectivas, hecho tanto más interesante cuanto que esta última niega puntualmente los axiomas de la teoría de elección racional… La comparación más adecuada [de la economía] sería con el ingeniero más que con el físico… La economía como ciencia dura es más bien una forma de ciencia ficción… Una gran parte de los artículos publicados en las revistas avanzadas que desarrollan las implicaciones de la elección racional carecen de interés estético, matemático o empírico, que es tanto como decir que carecen en absoluto de interés.”

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