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Mes: enero 2020

MAQUIAVELO TROPICAL: BREVE MANUAL PARA CREAR UN ESTADO POLICIACO

Si usted es un gobernante con mucho poder, si su partido controla los otros poderes, puede proceder de la siguiente manera:
Primero, si los jueces muestran una marcada independencia o no le gusta cómo imparten justicia, cree una entidad que controle el Senado para juzgar a los juzgadores.
Segundo, si el federalismo y el espíritu republicano es un asunto solo de barniz, pero en realidad le causa inconvenientes, apruebe un código penal único y federal. Esto tiene la ventaja de que si usted está en contra de los temas liberales básicos (despenalización del aborto, legalización de las drogas, eutanasia, matrimonios entre personas del mismo sexo y adopciones) no correrá el riesgo de que algún estado de la república legalice algunos de esos tópicos.
Tercero, no hay mejor cosa para controlar a la población (y sobre todo si se empiezan a alebrestar) que mantenerla con un poco de miedo. Para eso, puede mandar aprobar leyes que conculquen (quiero decir, que eliminen o menoscaben) los derechos humanos. Por ejemplo, puede legalizar el arraigo. Así, podrá meter prisionero a quien quiera mientras recaba las pruebas de su culpabilidad.
Cuarto, legalice también la la extinción de dominio. Así, el arraigado podrá perder sus bienes, aunque sea inocente o pasar por un viacrucis para recuperar sus propiedades (es seguro que el despojado jamás vuelva a ser el mismo y no sentirá de nuevo la tentación de meterse con el Poder).
Quinto, para cerrar el círculo, apruebe una ley que diga que los jueces no podrán desechar las pruebas presentadas por el fiscal, independientemente de cómo se hayan obtenido. Así, revivirá de los sótanos del poder los tan prestigiados métodos utilizados por el Negro Durazo, Gutiérrez Barrios y, desde luego, el ínclito Bartlett, métodos tales como la inmersión de la cabeza del acusado en las aguas del excusado, la asfixia, toques eléctricos y todos esas prácticas de la tortura. Así, acabará con el “debido proceso” que prescribe que todo acusado es inocente mientras no se le demuestre su culpabilidad y que tantos dolores de cabeza les causa a los poderosos.

Para aprobar leyes así, deberá tener la mayoría en las Cámaras. Si ya lo consiguió (aunque sea jalando a su corral a sinvergüenzas que siempre han vivido del presupuesto público), conserve esas mayorías, aunque para ello tenga que repartir cientos de miles de millones de pesos en programas que (dígalo, aunque no sea cierto) buscan acabar con la pobreza.

Socialismo para el Siglo XXI

Perdón, pero con desarrollo

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que el estado Mexicano le pedirá perdón a la tribu yaqui. Pero lo que los yaquis necesitan no es que se les pida perdón: es apoyo para superar la pobreza en que se encuentra la mayoría.

La tribu yaqui es hoy, paradójicamente, una de las más ricas de América. Cuenta con casi medio millón de hectáreas de sierras, montes, tierras de cultivo y costas. No es la falta de recursos lo que tiene a este pueblo en la situación en que se encuentra.

La tribu yaqui necesita, de parte del gobierno: primero, recuperar los linderos marcados en el decreto cardenista de 1940; segundo, recuperar las tierras de cultivo hoy rentadas incluso para el futuro; tercero, recuperar el agua que les corresponde, que es el 50% de las captaciones de la presa de la Angostura, es decir, les tocan algo así como 250 millones de metros cúbicos al año, de los cuales se reciben (por lo angosto del canal) cuando mucho 150 millones (los otros 100 millones se van para el valle del yaqui); cuarto; constituir un organismo financiero administrativo que dirija, organice y financie (con honradez y responsabilidad) la producción, la generación de empleos y el reparto de las ganancias a final de cada ciclo; y quinto, permitir el establecimiento de empresas para que la gente no tenga que salir de la comunidad sacrificando tiempo y familia.

Pero todo lo anterior no tendrá ningún efecto positivo para la tribu yaqui si ella misma no procura la unidad política y social y retoma la defensa de una cultura que es milenaria y que ha sorteado guerras, intentos de genocidio, deportaciones e infinidad de verdaderos problemas. Ahora, sin lugar a dudas, lo que amenaza con destruir a la tribu yaqui viene de adentro mismo de la tribu, no de sus enemigos externos.

AMLO: La Tragedia y la Farsa

En El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, escrito por Karl Marx en 1852, se dice que “Todos los grandes hechos y personajes de la historia aparecen, como si dijéramos, dos veces: una vez como tragedia y la otra como farsa”. Y agrega: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio… sino bajo aquellas circunstancias… que les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformar las cosas… es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador está precisamente en ese trance. La transformación que pretende es un anhelo de (casi) todos los mexicanos. ¿Quién no va a estar de acuerdo con la reconstitución del estado de derecho que acabe con la impunidad, la corrupción y la violencia; quién no va a querer la justicia social que acabe con el flagelo de la pobreza y la desigualdad?

Sin embargo, busca en el pasado los alientos y los instrumentos para lograr esos objetivos. En su discurso de toma de posesión dijo: “En la época del llamado desarrollo estabilizador [llamado también el Milagro Mexicano], que va de los años treinta a los setentas del siglo pasado [de Cárdenas a López Portillo, justo antes del llamado neoliberalismo], los gobernantes no se atrevieron a privatizar” ninguno de los bienes del Estado y de la sociedad. Y continúa: “Recuérdese que la economía de México creció a una tasa promedio anual del 5 por ciento. Y durante ese mismo periodo, en dos sexenios consecutivos, de 1958 a 1970, cuando fue ministro de Hacienda Antonio Ortíz Mena, la economía del país no solo creció al 6 por ciento anual, sino que este avance se obtuvo sin inflación y sin incremento de la deuda pública.”

Sin embargo, Daniel Cosío Villegas, gran intelectual mexicano reconocido por izquierdas y derechas, escribió en 1974, en El estilo personal de gobernar, que “poco a poco, pero con firmeza, se fue anidando en los mexicanos el presentimiento de que no podía durar mucho tiempo más el milagro mexicano. Desde luego, porque los milagros sólo se dan por milagro, y después, porque aparecen y se esfuman calladamente. La otra razón principal es que, también con lentitud pero con firmeza, se fueron señalando las grandes fallas de ese milagro: una estabilidad política conseguida al precio de un monopolio cada vez más cerrado del poder político y unos beneficios del progreso económico que se distribuyen con hiriente inequidad ya que el diez por ciento de las familias más acomodadas se llevan la mitad del ingreso nacional, mientras que el cincuenta por ciento de las familias más pobres apenas alcanzaba el catorce por ciento”.

Es decir, tanto ahora como en esos tiempos que el presidente añora, la cosa está así: 10 de cada 100 mexicanos (los más ricos) se quedan con 50 de cada 100 pesos, mientras que 50 de cada 100 mexicanos (los más pobres) se la tienen que arreglar con 10 de cada 100 pesos… Parece trabalenguas, pero es la realidad de una desigualdad y una pobreza que se mantiene igual desde la Colonia, incluyendo el periodo del priísmo profundo, de donde el presidente quiere sacar inspiración.

Poemínimos para la vida diaria

Efraín Huerta, poeta mexicano originario de Silao, Guanajuato (1914-1982), inventó el género literario llamado los poemínimos, poemas breves, a veces brevísimos, que de un trazo describen una realidad o un sentimiento.

Huerta, en uno de sus poemínimos, desmintió al Pequeño Larousse (el famoso diccionario que trae prácticamente de todo), que había escrito sobre él: Nació/ En Silao/ 1914/ Autor/ De versos/ De contenido/ Social. Embustero Larousse/ Yo sólo/ Escribo/ Versos/ De contenido/ Sexual.

Fue irónico consigo mismo y escribió: Primero/ Que nada:/ Me complace/ Enormísimamente/ Ser/ Un buen/ Poeta/ De segunda/ Del Tercer Mundo.

Así pues, que nada como empezar este año con estas maravillas poéticas de extremada vigencia para describir el alma mexicana, y quizá la de otros pueblos también.

 Para el encono actual

Las encendidas pasiones que nos aquejan y la intolerancia que mostramos unos con otros, puede ser descrita por el poemínimo Pues sí:

Hablando / Se/ Enciende/ La Gente.

Para el fanatismo

La sensibilidad extrema que mostramos cuando se critica lo que creemos o en quien creemos, podría atemperarse si siguiéramos el consejo del poemínimo Apodogma:

El respeto/ Al complejo/ ajeno/ es la paz.

Para la impunidad y la corrupción

La impunidad y la corrupción no es solamente sinvergüenzada y baquetonería simples; son también un arte que les permite andar paseándose por el mundo amparados por el perdón o salir exonerados impúdicamente por el poder público. Por eso, creo yo, Efraín Huerta propone:

Un monumento/ Para el/ Que/ Cometió/ Un crimen/ Con todas/ Las de/ La ley.

Para el futuro nacional

En estos tiempos de liturgia oficial, podríamos decir que si queremos construir una nación civilizada, generosa, democrática y republicana, nada como el poemínimo la Mandamentada:

Ama/ A tu/ Patria/ Como/ A ti/ Mismo.

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