Efraín Huerta, poeta mexicano originario de Silao, Guanajuato (1914-1982), inventó el género literario llamado los poemínimos, poemas breves, a veces brevísimos, que de un trazo describen una realidad o un sentimiento.

Huerta, en uno de sus poemínimos, desmintió al Pequeño Larousse (el famoso diccionario que trae prácticamente de todo), que había escrito sobre él: Nació/ En Silao/ 1914/ Autor/ De versos/ De contenido/ Social. Embustero Larousse/ Yo sólo/ Escribo/ Versos/ De contenido/ Sexual.

Fue irónico consigo mismo y escribió: Primero/ Que nada:/ Me complace/ Enormísimamente/ Ser/ Un buen/ Poeta/ De segunda/ Del Tercer Mundo.

Así pues, que nada como empezar este año con estas maravillas poéticas de extremada vigencia para describir el alma mexicana, y quizá la de otros pueblos también.

 Para el encono actual

Las encendidas pasiones que nos aquejan y la intolerancia que mostramos unos con otros, puede ser descrita por el poemínimo Pues sí:

Hablando / Se/ Enciende/ La Gente.

Para el fanatismo

La sensibilidad extrema que mostramos cuando se critica lo que creemos o en quien creemos, podría atemperarse si siguiéramos el consejo del poemínimo Apodogma:

El respeto/ Al complejo/ ajeno/ es la paz.

Para la impunidad y la corrupción

La impunidad y la corrupción no es solamente sinvergüenzada y baquetonería simples; son también un arte que les permite andar paseándose por el mundo amparados por el perdón o salir exonerados impúdicamente por el poder público. Por eso, creo yo, Efraín Huerta propone:

Un monumento/ Para el/ Que/ Cometió/ Un crimen/ Con todas/ Las de/ La ley.

Para el futuro nacional

En estos tiempos de liturgia oficial, podríamos decir que si queremos construir una nación civilizada, generosa, democrática y republicana, nada como el poemínimo la Mandamentada:

Ama/ A tu/ Patria/ Como/ A ti/ Mismo.

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