El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que el estado Mexicano le pedirá perdón a la tribu yaqui. Pero lo que los yaquis necesitan no es que se les pida perdón: es apoyo para superar la pobreza en que se encuentra la mayoría.

La tribu yaqui es hoy, paradójicamente, una de las más ricas de América. Cuenta con casi medio millón de hectáreas de sierras, montes, tierras de cultivo y costas. No es la falta de recursos lo que tiene a este pueblo en la situación en que se encuentra.

La tribu yaqui necesita, de parte del gobierno: primero, recuperar los linderos marcados en el decreto cardenista de 1940; segundo, recuperar las tierras de cultivo hoy rentadas incluso para el futuro; tercero, recuperar el agua que les corresponde, que es el 50% de las captaciones de la presa de la Angostura, es decir, les tocan algo así como 250 millones de metros cúbicos al año, de los cuales se reciben (por lo angosto del canal) cuando mucho 150 millones (los otros 100 millones se van para el valle del yaqui); cuarto; constituir un organismo financiero administrativo que dirija, organice y financie (con honradez y responsabilidad) la producción, la generación de empleos y el reparto de las ganancias a final de cada ciclo; y quinto, permitir el establecimiento de empresas para que la gente no tenga que salir de la comunidad sacrificando tiempo y familia.

Pero todo lo anterior no tendrá ningún efecto positivo para la tribu yaqui si ella misma no procura la unidad política y social y retoma la defensa de una cultura que es milenaria y que ha sorteado guerras, intentos de genocidio, deportaciones e infinidad de verdaderos problemas. Ahora, sin lugar a dudas, lo que amenaza con destruir a la tribu yaqui viene de adentro mismo de la tribu, no de sus enemigos externos.

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