Viendo la abundante estulticia y la profusa sinrazón del páramo lingüístico que domina la discusión pública, recordé “El siete machos”, una película de Cantinflas donde el bandido (uno de los dos personajes de Mario Moreno) contesta con “Yo quiero a mi Chole” a todo lo que se le pregunta y se le dice.
Cosas de los tiempos de pandemia: a falta de vagancia física, la mente divaga sin asideros. Así que fui a dar con El Coloquio de los Perros, cuentecillo de Miguel de Cervantes Saavedra en la que dos canes callejeros, Berganza y Cipión, tienen un curioso diálogo. Estos son los primeros tres párrafos de ese chusco relato:

BERGANZA.- Cipión hermano, óyote hablar y sé que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar nosotros pasa de los términos de naturaleza.
CIPIÓN.- Así es la verdad, Berganza; y viene a ser mayor este milagro en que no solamente hablamos, sino en que hablamos con discurso, como si fuéramos capaces de razón, estando tan sin ella que la diferencia que hay del animal bruto al hombre es ser el hombre animal racional, y el bruto, irracional.
BERGANZA.- Todo lo que dices, Cipión, entiendo, y el decirlo tú y entenderlo yo me causa nueva admiración y nueva maravilla…

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