Miren nada más cómo anda extraviada la moral, la ética y hasta la brújula de los supuestos luchadores sociales que se organizaron en Morena con el objetivo (puras simulaciones) de acabar con la injusticia.
Vi en Facebook una publicación de un fanático de AMLO. Decía la publicación (con muchas faltas de ortografía, por cierto) que el dueño de Soriana se había unido a un frente que quiere “derrocar” a AMLO. Luego, hacía un llamado a no comprar en Soriana.
Primero, si un ciudadano (incluyendo al dueño de Soriana) le da la gana de unirse a otros para hacer salir a AMLO de la presidencia, está en su legítimo derecho. Que los fanáticos le llamen “derrocador” o “golpista”, es aparte. Segundo, la publicación parece sugerir que el 100% de los ciudadanos deben estar conformes con AMLO en la presidencia. (¡Ni Stalin, con su Gulag y su Siberia, logró tal unanimidad!), y si no estás de acuerdo con él, aunque sea poquito, pues eres “golpista” y “derrocador”.
Y luego me puse a pensar (no estoy presumiendo). Esta gente, los fanáticos, se erizan si alguien ve hasta el mínimo defecto en su presidente, pero que el dueño de Soriana explote cruelmente a sus trabajadores, los tiene sin cuidado.
No importaría que se conformaran (como se conforman) con remozar al neoliberalismo (que es lo que están haciendo), pero por lo menos deberían de fijarse que las cajeras de Soriana se pasan ocho horas paradas, muertas de cansancio, con los pies adoloridos, porque tiene prohibido sentarse. No tienen ni siquiera un banco. Esos sufrimientos son como el de los pollos de engorda, pero a ellos no les importa; sólo quieren endiosar a su líder, como si fueran coreanos adorando a Kim Ill Sung, a su hijo Kim Jong Ill y a nieto Kim Jung Un.

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