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Mes: junio 2020 Página 1 de 2

Hablando de pueblos arrabaleros


Vícam es feo, pero tiene buen lejos. Si uno lo observa a la distancia, digamos desde lo alto del Cerro Omteme, es un lugar hermoso. Desde ese mirador (como les consta a muchos viajeros que por aquí han pasado), el verde intenso de sus árboles, como de fantasía, resalta en el marco de un vallecito de ensueño que se prolonga hasta una cordillera de montañas que de lejos parecen azules. De cerca, en cambio, es un pueblo feo, polvoriento y reseco, de calles retorcidas y casas construidas con una arquitectura sin gracia.

Un día, un destacado académico me oyó hablar de Vícam y me dijo que lo quería conocer. Cuando íbamos pasando Oroz, me preguntó intrigado si era cierto que era el pueblo más feo del mundo. En ese momento vi el letrero de la carretera que dice “Pótam” y tuve una revelación: No, le dije, Vícam ocupa el segundo lugar.

Los que queremos a Vícam podemos decir eso y más. Pero si la declaración viniera de un fifí, de un conservador o, por lo menos, de un intelectual orgánico, a lo mejor sí nos íbamos a enojar. Pero (y aquí mis coterráneos no me dejarán mentir) los de Vícam no somos vengativos (la venganza no es lo nuestro), ni rencorosos (no odiamos a nadie) ni mentirosos (no mentimos, no robamos y no traicionamos); así que, aunque nos enojemos, seguramente no pediríamos un linchamiento público del mencionado fifí-conservador. Y no lo haríamos porque, aunque nos agarremos a trompadas con quien lo diga, Vícam seguiría siendo feo, aunque tenga buen lejos.

El nada discreto encanto de la burguesía


Felipe (el Güilo) Gámez incubó en su alma, debido a la pobreza, un odio instintivo contra la burguesía. En su casa, alimentar a los 17 hermanos era tan difícil que cuando alguno decía que tenía hambre, su papá exclamaba jubiloso: ¡Felicidades, eso significa que estás vivo!

Gente desprendida del consumismo y de los bienes materiales, la familia era alegre. Festejaban cualquier cosa con los vecinos: el Chango Fidel, el Chango Willy, el Chango Ortíz, el Chango Alamea, la Chayo Changa, el Lobo, el Gallo y el Perico… El barrio se llama La Jungla.

Se fue de Vícam para estudiar en la UNAM. Cuando tuvo en sus manos la credencial de estudiante exclamó: ¡ya chingué! Luego se fue a Tlalnepantla para conocer al proletariado. Allá se pasaba los días ilustrando a las bandas juveniles sobre la lucha de clases y la misión histórica del proletariado. Reprobó todas las materias, pero la culpa –decía– la tenía el capitalismo.

Con el instinto agudizado por el hambre, dio con los Hare Krishna, secta hinduista y adinerada que predica el sacrificio. Todos los días hacían oración y, al terminar, tenían un banquete … El Güilo iba al banquete, pero la oración era el precio que tenía que pagar.

Se iba poniendo cada vez más místico y empezó a revolver el marxismo con la prédica del fundador de la secta, Bhaktivedanta Swami Prabhupada, que decía que los dioses brahmanes reencarnaban en Krishna para reparar la injusticia, proteger a los virtuosos y castigar a los corruptos.

Un día nos sorprendió. Tengo que hacer un sacrificio –dijo muy serio– y ya sé cuál es: le voy a pedir a Dios que me castigue por hablar tan mal de los burgueses y que me convierta en uno de ellos.

La viga en el ojo propio

Ya dijo Donald Trump: ese buen hombre (o sea el presidente Andrés Manuel López Obrador) vendrá muy pronto a Washington, a la Casa Blanca… Empiezan a correr las apuestas: ¿cumplirá el mexicano esa instrucción del norteamericano? Ya lo veremos…

Por lo pronto quiero rescatar lo que dijo John Ackerman, ese gran “intelectual” orgánico de la Cuarta Transformación y ahora casateniente, como su camarada Manuel Bartlett: El presidente ha estado “haciendo afirmaciones tolerantes de la intolerancia de Trump… no ha entrado a defender a los mexicanos del lado de los Estados Unidos, no le ha reclamado a Trump (los insultos a los mexicanos) … Desde el primero día de su sexenio ha aplicado en los hechos las políticas de Trump; Por ejemplo, México hoy expulsa más migrantes que los Estados Unidos” (https://bit.ly/2BGIMUL, minuto 4:50).

Lo único malo es que lo dijo refiriéndose a Enrique Peña Nieto, y no al presidente Andrés Manuel López Obrador, cuya política migratoria y su sometimiento a Donald Trump queda mejor retratado con el párrafo de John Ackerman.

El Circo

En 1974, el presidente de la república visitó Vícam, y en sus actividades se incluyó una fiesta donde hubo Danza del Venado, matachín y pascola. Le gustó tanto la cultura yaqui que decidió quedarse unos días. Espanto total entre los anfitriones porque no había hoteles y ninguna casa era apropiada para alojar a tales huéspedes. Ya se imaginaban que, cuando quisiera ir a cagar, le tendrían que decir: allá en la letrina, señor presidente, y a un lado hay un gancho de alambre con recortes de periódico. Por favor, haga caso omiso del olor.

La desesperación los llevó a Pótam, donde se había instalado un cirquito llamado Atracciones González. Como era asunto de seguridad nacional, no tuvieron dificultades para habilitar el circo como estancia presidencial.

Carece de importancia lo que hicieron el presidente y su familia en esos días. Lo relevante es que el Sr. González, visionario que era, cambió el nombre de su negociación a Circo Presidencial.

Muchos cirquitos recorrían las comunidades yaquis y la competencia por el público era intensa y sin concesiones.

El más rijoso de todos era el payaso del Circo Presidencial. En sus diarias sesiones de chistes atacaba a sus competidores y los acusaba de querer quitarle el favor del respetable público. En los pueblos siempre hay gente graciosa y dicharachera. Pues a ellos también los atacaba.

Y la verdad era que los otros payasos no tenían gracia. Si alguien se carcajeaba, era por lo malo del chiste. En cambio, al payaso presidencial tenía arrastre y todo le celebraban. Eso lo volvió soberbio, al grado que llegó a creer que él era el circo y se quería meter hasta en la venta de boletos…

Cuando el circo se tuvo que ir, la gente de los otros pueblos ya no sabía porqué llevaba un nombre tan sonoro. Luego los circos desaparecieron y el antes famoso Payaso Presidencial se perdió en el voluble recuerdo de la gente.

Decálogo del Político Mexicano Astuto

ASESOR DE DECÁLOGOS


Como ahora cualquiera puede sacar un decálogo (no nada más Moisés, que anduvo perdido cuarenta años), ahí les va el mío:
1. Si eres rencoroso, di siempre que la venganza no es lo tuyo, pero no dejes de señalar que los demás tienen la culpa de todo y di frecuentemente que te quieren tumbar usando el vil método de las elecciones.
2. Si has vivido siempre de la política, di que lo que hacen los demás es politiquería, que son golpistas, conservadores y fifís, además de culeros y malos pa’ atajar cochis.
3. Si siempre criticaste el bajo crecimiento del PIB (u otra cosa), pero llegas a ser el responsable, di que ese indicador ya no importa.
4. Si los órganos autónomos del estado te desagradan, propón a tus incondicionales, aunque confundan la gimnasia con la magnesia.
5. Si eres supersticioso y para ti el estado laico es una vacilada, habla todo el tiempo de Benito Juárez.
6. Si eres autoritario (muy parecido a Luis Echeverría), habla todo el tiempo de Francisco I. Madero.
7. Si no puedes con algún presidente extranjero sátrapa y vil, has todo lo que te ordene.
8. No te pelees con el narco, es muy poderoso y está muy enraizado en el Estado; mejor mándale besos y abrazos. También saluda a su madrecita.
9. Al pueblo dile que ya no es como antes, pero no trates de acabar con la pobreza. Mejor has como que quieres y reparte subsidios a diestra y siniestra (al cabo que el dinero no es tuyo). Eso te dará muchos votos.
10. Como nadie saldrá de la pobreza, diles que se alejen del consumismo, que la felicidad no está en los bienes materiales, que se den al espiritualismo, que se laven las manos y que coman frutas y verduras.

De lengua me como un taco


La casa del Güero Chintolas, en el barrio de la Mazocoba de Vícam, es un cuarto de lámina negra que es cocina, comedor y recámara. La puerta es una cobija chapayequera. El Güero encendió la televisión (de las de antes), jaló una silla y se sentó en la mesita patuleca. Lo primero que vio fue al presidente, justo cuando empezaba a leer el decálogo para domar al coronavirus. El Güero es adorador del presidente y todo lo que dice le parece un poco más que maravilloso.
La Meregilda, su mujer, se paró frente a la hornilla rascándose la cabeza mientras miraba la exigua despensa. Justo en ese momento el presidente les pidió “alejarse del consumismo porque la felicidad no reside en las posesiones materiales”. A ver qué chingados les doy de desayunar a los buquis, masculló la mujer.
Fíjate, Meregilda, dijo el Güero, el presidente nos está pidiendo que séamos optimistas y no egoístas, que disfrútemos de la naturaleza, que evítemos ser racistas y clasistas y que nos váyamos por el camino de la espiritualidad.
En eso se despertó uno de los niños y de debajo de la mesa recogió un pedazo de pan torcido, duro y revolcado, y se lo empezó a comer. Sí –le dijo la Meregilda al Güero, mirándolo como seguramente miró la Úrsula Iguarán a José Arcadio Buendía cuando su marido le compró al gitano Melquiades los bártulos para la guerra solar–, pero también está diciendo que cómamos bien. Sería muy bueno –propuso la mujer– que también se hubiera acordado de ese otro dicho que dice que de lengua me como un taco.

El Fiestero y los Usos y Costumbres

El profesor JR, de Vícam, carece de ese espíritu de sacrificio que se necesita para cumplir con el apostolado de la docencia. Refuerza su abulia el hecho bien documentado de que los buquis no quieren aprender. Con éxito ha tramitado permisos que, por años, lo han mantenido alejado de las aulas.
En una ocasion, por un descuido, no renovó el permiso y cuando se dio cuenta, casi le da el soponcio. La cosa se puso peor porque las autoridades educativas quisieron aprovechar la oportunidad para hacer que el huidizo profesor retornara a las aulas. El pobre JR se sintió un tanto en el aire.
Amigo mío que es, accedí a su petición de que le escribiera una carta, cosa un tanto perturbadora porque se supone que un profesor sabe escribir. “Ponle al principio que no me presenté porque soy fiestero” –me instruyó. Me le quedé viendo con esa mirada que ponen los que no saben si reír o llorar.
Mira JR –le dije tratando de ser circunspecto–, en las comunidades yaquis ser fiestero es una cosa muy respetada, que implica una gran responsabilidad en el sistema de usos y costumbres, pero las autoridades educativas van a creer que eres simplemente un güevón que se fue de parranda.
¿Y qué ponemos? –me preguntó con cierta inocencia: Pongámosle que, siendo un miembro respetado en tu comunidad, las autoridades yaquis te han distinguido con fuertes obligaciones tradicionales, lo que te ha impedido gestionar el permiso para poder seguir desempeñando esas responsabilidades impuestas por la vida comunitaria…
La pasada Semana Santa me lo encontré muy contento, con máscara de cuero de chiva, tenábaris y cobija chapayequera al hombro.

Apuntes para una micropolítica fragmentada

Definiciones

Tiene razón el presidente cuando dice que solamente debe haber dos partidos en México.
El porfirismo llevó el abuso y la explotación a niveles demenciales. Con la Revolución se hizo un poco de justicia (no mucha, pero la suficiente para entusiasmar al populacho). Los “revolucionarios” enriquecieron, emparentaron con los viejos porfiristas y crearon un régimen opresivo y antidemocrático donde el presidente controlaba todo.
Luego llegó el neoliberalismo para transformar el sistema. Dijeron que buscaban la democracia liberal, abrir los mercados, estimular la competencia, reconocer los esfuerzos de todos y, en una palabra, modernizar a México. Tuvo que haber una alternancia, pero de todas maneras el sistema derivó en un régimen que reinstauró el abuso y la explotación a niveles demenciales.
La 4T llega con la bandera de la justicia (no mucha, pero la suficiente para entusiasmar al populacho). Pero los “transformadores” se aliaron con las grandes fortunas, confraternizan con la antigua mafia del poder y están creando un régimen opresivo y antidemocrático donde el presidente controla todo.
La Cuarta será la continuación de la Primera Transformación Neoliberal (la de Carlos Salinas de Gortari), de la segunda (la alternancia de Fox y Calderón) y de la tercera (el Pacto por México, de Peña Nieto) y buscará instaurar el “neoliberalismo con rostro humano”.
Tiene razón el presidente: hay que definirse porque ya no caben las medias tintas. Son ellos, los conservadores encabezados por Andrés Manuel López Obrador (inclúyase a los actuales opositores que no quieren pagar el costo de su propia sobrevivencia), contra los revolucionarios que luchan por la libertad y la democracia; contra la explotación, la discriminación y la desigualdad; por la restauración del medio ambiente y por el respeto a los pueblos indios.

Prioridades

1) El país agobiado por la pandemia del coronavirus.
2) La economía en proceso de reducirse hasta un 10%.
3) Pérdida de millones de empleos, lo que empuja la pobreza hasta 70 millones de personas.
4) El país en un baño de sangre, los feminicidios hacia arriba y la impunidad de la delincuencia a todo lo que da.
5) La corrupción, convertida en una consigna justificatoria, tan campante en los ámbitos cotidianos de la gente común…
Pero el presidente dedica minutos preciosos de su investidura a revelar que hay un documento (al parecer inventado en Palacio Nacional) en el que “denuncia” que unos opositores del quieren quitar el poder venciendo al partido ahora oficial en las próximas elecciones.
Los opositores han sido unos inútiles y no han logrado defender ni siquiera sus propios intereses, pero el presidente les da fama y presencia pública.
El documento (que se ha ganado la chunga del respetable) recuerda el libelo titulado “Danny, el sobrino del Tío Sam” con el que el gobierno de Luis Echeverría quería desprestigiar a su crítico, don Daniel Cosío Villegas.
Está a un tris, el señor presidente López Obrador, de usar una mañanera para denunciar ¡que sus adversarios comen, cagan y mean!

Andrés Manuel Garrido Canabal López Obrador

Pues resulta que el presidente dijo en la mañanera del 6 de junio, que qué bueno que los conservadores tomen partido porque ya no hay lugar para las medias tintas. O eres liberal o eres conservador. Estás con la transformación de México o estás en contra.
Note usted que en la mente obtusa del presidente caben solamente dos sopas. La diversidad enorme en todos los campos no entra en su estrechez de miras.
Sin embargo, la postura del presidente es una simulación porque, si se le aplica un pequeño, pero ilustrativo, test, sale reprobado en liberalismo y muy bien calificado en conservadurismo:

Espero que en los años que faltan a este sexenio se retome el camino de los tres proyectos por los que voté el 1 de julio del 2018:
1. Fin de la impunidad (de verdad), la corrupción (de verdad), el dispendio, la criminalidad, la violencia y reconstitución del estado de derecho.
2. Combate radical a la pobreza con programas de estado, de largo plazo, de redistribución del ingreso, sin recurrir a las dádivas que implican los subsidios cuyo único resultado es la formación de una clientela política para el partido en el poder.
3. Reconstrucción y reimpulso a la economía, orientándola hacia el respeto y mejoramiento del medio ambiente y poniéndose a la vanguardia del desarrollo científico y tecnológico.
NOTA: Para documentar la comparación del título, lea: Ortiz Ortiz, Martín (2014). El discurso político de Tomás Garrido Canabal 1919-1934. Máscara “socialista” de un cacique tropical. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. México.

Tolentino, la Loba y el coronavirus

La última vez que vi a Tolentino en persona fue una tarde de 1980 en la Ciudad de México. Iba ondeando una bandera roja, mientras gritaba: “¡Al paredón reformistas, adelante marxistas-leninistas”! Su dura mirada se dirigía a quienes, supongo, le parecían merecedores de ser pasados por las armas revolucionarias. Tránsfuga de los trigales del Valle del Yaqui, se sentía en su elemento.
Tolentino militaba en una organización ultra-clandestina llamada Grupo Bolchevique. Se decía en los corrillos de la organización que tenía una relación tan estrecha con el líder, Aquiles Córdova, que dormían juntos.
Muchos años después de aquella tarde de 1980 lo volví a ver en la pantalla de la televisión. Estaba trenzado a golpes en medio de la multitud, rodeado de fuego, humo y sangre. La disputa era por el poder que entonces detentaba María Eulalia Guadalupe Buendía Torres, la Loba, cacique de Chimalhuacán, un arrabal de inmensos basureros poblados de pobres y zopilotes.
Tolentino no abandonó a Aquiles ni siquiera cuando el Lenin Mexicano (así le gustaba que lo llamaran) abjuró de la revolución proletaria para fundar Antorcha Campesina, el grupo de choque al servicio del PRI. Esa fidelidad lo llevó a merecer la presidencia municipal de Chimalhuacán.
El triunfo fue para Tolentino el premio a años de abnegación y sufrimiento organizando la traicionada revolución en las barriadas miserables del Valle de México.
La Loba fue remitida al penal de Santa Martha Acatitla, donde purgaría una condena de 500 años si no hubiera sido porque el coronavirus la mató ahorrándole 480 años de prisión.

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