Pues resulta que el presidente dijo en la mañanera del 6 de junio, que qué bueno que los conservadores tomen partido porque ya no hay lugar para las medias tintas. O eres liberal o eres conservador. Estás con la transformación de México o estás en contra.
Note usted que en la mente obtusa del presidente caben solamente dos sopas. La diversidad enorme en todos los campos no entra en su estrechez de miras.
Sin embargo, la postura del presidente es una simulación porque, si se le aplica un pequeño, pero ilustrativo, test, sale reprobado en liberalismo y muy bien calificado en conservadurismo:
Espero que en los años que faltan a este sexenio se retome el camino de los tres proyectos por los que voté el 1 de julio del 2018:
1. Fin de la impunidad (de verdad), la corrupción (de verdad), el dispendio, la criminalidad, la violencia y reconstitución del estado de derecho.
2. Combate radical a la pobreza con programas de estado, de largo plazo, de redistribución del ingreso, sin recurrir a las dádivas que implican los subsidios cuyo único resultado es la formación de una clientela política para el partido en el poder.
3. Reconstrucción y reimpulso a la economía, orientándola hacia el respeto y mejoramiento del medio ambiente y poniéndose a la vanguardia del desarrollo científico y tecnológico.
NOTA: Para documentar la comparación del título, lea: Ortiz Ortiz, Martín (2014). El discurso político de Tomás Garrido Canabal 1919-1934. Máscara “socialista” de un cacique tropical. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. México.
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