Tiene razón el presidente cuando dice que solamente debe haber dos partidos en México.
El porfirismo llevó el abuso y la explotación a niveles demenciales. Con la Revolución se hizo un poco de justicia (no mucha, pero la suficiente para entusiasmar al populacho). Los “revolucionarios” enriquecieron, emparentaron con los viejos porfiristas y crearon un régimen opresivo y antidemocrático donde el presidente controlaba todo.
Luego llegó el neoliberalismo para transformar el sistema. Dijeron que buscaban la democracia liberal, abrir los mercados, estimular la competencia, reconocer los esfuerzos de todos y, en una palabra, modernizar a México. Tuvo que haber una alternancia, pero de todas maneras el sistema derivó en un régimen que reinstauró el abuso y la explotación a niveles demenciales.
La 4T llega con la bandera de la justicia (no mucha, pero la suficiente para entusiasmar al populacho). Pero los “transformadores” se aliaron con las grandes fortunas, confraternizan con la antigua mafia del poder y están creando un régimen opresivo y antidemocrático donde el presidente controla todo.
La Cuarta será la continuación de la Primera Transformación Neoliberal (la de Carlos Salinas de Gortari), de la segunda (la alternancia de Fox y Calderón) y de la tercera (el Pacto por México, de Peña Nieto) y buscará instaurar el “neoliberalismo con rostro humano”.
Tiene razón el presidente: hay que definirse porque ya no caben las medias tintas. Son ellos, los conservadores encabezados por Andrés Manuel López Obrador (inclúyase a los actuales opositores que no quieren pagar el costo de su propia sobrevivencia), contra los revolucionarios que luchan por la libertad y la democracia; contra la explotación, la discriminación y la desigualdad; por la restauración del medio ambiente y por el respeto a los pueblos indios.

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