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Mes: julio 2020

Los yaquis, otro punto de vista

Rubí y el Jardín de Rosas

El día que conocí a Rubí, la vi hermosa y menuda, vistiendo ropas enormes y malgastando el tiempo como si le sobrara. Todavía no cumplía los diecisiete años y me parecía un ser desvalido moviéndose con naturalidad por esa ciudad enorme, expuesta a los peligros de la imprudencia. Desde el primer instante tuve el presentimiento de una relación para siempre.

Revolucionario que soy, una noche la llevé a conocer el submundo de los olvidados. Nos internamos en un callejón estrecho y retorcido del Centro Histórico y observó de cerca a las putas pobres, a los borrachos perdidos, a los buscadores de amor pagado; oyó los insultos en lenguaje llano y supo de la violencia sorda de las profundidades de la vida.

Antes de casarnos, el 28 de julio de hace 36 años, le pregunté cómo se imaginaba la casa de mi familia en Vícam. Así –me dijo señalando una casa cualquiera. Me di cuenta que nunca le había contado que nuestra casa era de carrizo, con techo de paja y piso de tierra; que vivíamos en un solar enorme lleno de mezquites; que los perros, las chivas y las gallinas vagaban por la casa con entera libertad y que Ramón había plantado para la Gloria un rústico jardín de rosas que era el único adorno de la vivienda.

No ha estado en todas mis alegrías, pero me ha acompañado en todas las tristezas. Siempre he apoyado mi aparente fortaleza en su aparente fragilidad.

Yo la amo y amo todo lo que ella representa. Ella me ama (como dice Silvio Rodríguez) sin pedir nada, o casi nada, que no es lo mismo, pero es igual. Le emocionan las cosas en grande, como un viaje alrededor del mundo, en hoteles de lujo, que finalice en Florencia, pero también ama el recuerdo de las pequeñas cosas, como el olor a tierra mojada de la casa de carrizo y el jardín de rosas de la Gloria.

Nada más hay tres posibles soluciones al problema del bloqueo de la carretera

La carretera internacional en las comunidades yaquis ha sido una fuente permanente de conflictos desde que se terminó el gobierno autoritario del PRI. Ahora, se bloquea con cualquier pretexto (real o inventado). Como siempre en México, las víctimas son la ciudadanía, que nada tiene qué ver en el conflicto.

Como yo lo veo, hay solamente tres posibles soluciones a ese problema:

La primera es hacer valer la ley de vías generales de comunicación, y que vaya a la cárcel quien tenga que ir. Así, se empezaría a restituir el estado de derecho que, ahora, simplemente no existe.

La segunda es construir la carretera y la vía del tren sacándole la vuelta a las comunidades yaquis. La ruta podría ser Obregón- Presa del Oviachic-Ortiz- Cruz de Piedra.

La tercera, que a mí me parece mejor, es comprar a la tribu yaqui la franja de 2000 hectáreas que actualmente ocupa la carretera y las vías del tren (incluyendo Vícam), desde Boca Abierta hasta el río yaqui en Cócorit. Podría ser también una permuta por tierras de cultivo en el límite sur, que está entre Obregón y San Ignacio Río Muerto.

Las autoridades tienen que afrontar el costo político (que para eso quisieron ser gobernantes): hacen respetar la ley, construir una desviación o compran la franja actual. ¿Hay alguna otra solución racional al problema?

Trusco de Pedro Chueco

Trusco de Pedro Chueco era un personaje singular en Bácum. Le decían Trusco porque era muy pequeño y Chueco porque renqueaba de una pierna. Decían que era un sabio porque siempre sabía más que todos. Platicaba de los temas más variados. Lo mismo disertaba sobre el curso de la Guerra Mundial en Europa, como de las propiedades de la raíz de histafiate para curar los males del estómago.

Un día el presidente municipal le reclamó que lo hubiera criticado. Eres conservador y buchón –le dijo–, y quieres restaurar el régimen del Patas Jediondas (aquí se le olvidó al presidente que había servido al partido de aquel detestable régimen). Me da pena ajena tu deshonestidad intelectual –remató el presidente. Pedro lo oía con indiferencia. Quiero –concluyó el mandatario– que le digas a la gente que no es cierto que quiero acaparar todo el poder…

Por la tarde, subió al quiosco y se echó un discurso ante el pueblo reunido. ¡Pueblo, pueblo baboso! Este hombre –dijo señalando al presidente– no es un político como los de antes, que solamente buscaban el dinero público. Este hombre busca transformar a Bácum y, para ello, necesita controlar por completo la presidencia municipal y controlarlos a ustedes, para que le aplaudan y para decirles a quién amar, alabar, odiar y atacar.

Como siempre, la función del pueblo es aplaudir, apoyar, sonar la matraca, atacar con saña a los críticos y magnificar los aciertos del líder. Las medias tintas son para los intelectuales, que de naturaleza son débiles y deshonestos, aunque sean revolucionarios.

Sucedió que esa misma noche murió Trusco de Pedro Chueco. El cortejo al panteón lo encabezaba un cuarteto de cuerdas, algo atípico para un hombre atípico…El presidente municipal dijo el panegírico, un discurso plagado de autoelogios, medias verdades y mentiras completas.

Hace poco fui a Bácum y pregunté a quienes me encontraba si se acordaban a aquel presidente municipal. Nadie lo recordó. A Trusco de Pedro Checo, en cambio, todos lo recuerdan, hasta los que no fueron sus contemporáneos.

El Bulivar


El Jarocho llegó a Vícam en los años cincuenta, y nunca dejó de extrañar el verdor de su tierra. Con enjundia contaba que había nacido con la luna de plata, con alma de pirata, rumbero y jarocho, trovador de veras.

¡Qué bonito habla don Jarocho, es un poeta! –decían las mujeres. Él, entornando los ojos, decía que había nacido donde hacen su nido las olas del mar, donde las noches son diluvio de estrellas, palmera y mujer. Hacía una pausa, miraba el suelo, emitía un suspiro y concluía: un día a sus playas lejanas tendré que volver… Nunca volvió.

Al poco tiempo de llegar, se casó con una mujer de apariencia frágil, pero de carácter recio, con aire de ingenuidad y hablar de arriero, que mucho contribuyó para que el Jarocho superara el sentimiento de desarraigo.

Un día, agobiado por el peso de la nostalgia, quiso mejorar el agreste y polvoriento paisaje que veía desde el mostrador de su tienda. Todos aquellos que ahora están en riesgo por el coronavirus no me dejarán mentir que por entonces la calle principal de Vícam era muy ancha.

Se le ocurrió que, como lo habían nombrado comisario del pueblo, podía construir un boulevard con muchos árboles, flores y fuentes de agua. Puso manos a la obra, pero pronto las autoridades yaquis llegaron a preguntarle que si con qué permiso hacía eso. El Jarocho, con ese aplomo contundente de los bienintencionados, les dijo: Señores, el progreso no necesita permiso. Pues sí –le contestaron– pero tú sí que lo necesitas. Si quieres andar haciendo bulivares, ve a hacerlos a tu tierra.

El Jarocho entregó la pistola y la placa y se dedicó a hacer dinero con el entonces próspero negocio de venderle fiado a los yaquis y, desde entonces, todo intento de embellecimiento de Vícam quedó muerto.

Discurso de AMLO en la Casa Blanca

AMLO vs Trump


En el viaje que hoy emprende el presidente a los Estados Unidos, deseo profundamente que nos sorprenda y que nos dé un motivo de orgullo patrio, como nos lo dan los deportistas.

La experiencia no augura nada bueno. Como chamaco de secundaria, que le teme a los grandulones, pero se ensaña con los más chiquillos, Andrés Manuel ha sido abusivo con sus críticos, pero condescendiente hasta la ignominia con Donald Trump.

Ese sometimiento le da vigencia a la carta que Richard Lansing, Secretario de Estado de los Estados Unidos, escribió en 1924: “México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente”… Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso conduciría otra vez a la guerra… [dominado el presidente] harán lo que queramos, y lo harán mejor y más radicalmente que lo que nosotros mismos podríamos haberlo hecho”.

Pero nunca es tarde para corregir. Los simples mortales creemos que los enfrentamientos entre políticos son como los pleitos callejeros, que con una trompada se arreglan, pero no tenemos ni la más remota idea de cómo son los conflictos en las ligas mayores de la política. Sin embargo, espero que las circunstancias, las ideas y las habilidades se alineen y que la enorme capacidad del presidente para polemizar ponga en su lugar al energúmeno de Donald Trump.

El viejo debate sobre el Acueducto

Ahora que ha revivido el debate por el Acueducto Independencia, van algunos datos.
Sonora puede captar anualmente unos 8,600 millones de metros cúbicos (mmc), la mayoría en la cuenca del río yaqui.

De acuerdo con el decreto presidencial de 1938, a la tribu yaqui le corresponde la mitad la captación real de la presa de la Angostura, cuyo promedio anual, según un registro de 20 años de Conagua, es de 500 mmc.

A la tribu yaqui le corresponderían 250 mmc, pero solamente se le entregan 150 mmc. Las autoridades arguyen un problema técnico: que el canal que lleva el agua a las comunidades no tiene más capacidad, pero es en realidad un problema político porque, si quisieran, hace mucho tiempo que ese canal se hubiera ampliado. ¿Quién se queda con esa agua? Pues los agricultores del valle del yaqui.

El Acueducto se llevará solamente el 0.5% del agua del Novillo (unos 100 millones de metros cúbicos al año), pero el abasto para Hermosillo se podría obtener simplemente reduciendo el desperdicio de agua de la agricultura de la región.

El conflicto real es entre dos poderosos grupos económicos: los de Hermosillo y los de Cajeme. La tribu yaqui no tiene vela en ese entierro. Su objetivo debería ser la recuperación de los 100 mmc y de los escurrimientos del río yaqui, lo que restauraría el equilibrio ecológico hoy perdido.

El que ha hierro mata, a hierro muere

Dijo Andrés que en un siglo no se había insultado tanto a alguien de su rango como a él. Se ve que quiere ganar en todo. Resulta que, en materia de insultos, se quedan cortos, junto a su persona, Álvaro, Plutarco, Emilio, Pascual, Abelardo, Lázaro, Manuel, los dos Migueles, los dos Adolfos, Gustavo, Luis, José, Carlos, Ernesto, Vicente, Felipe y Enrique.

Ni modo de pedirle que nos diga de dónde obtuvo el dato o si algún ocioso haya hecho el recuento de los insultos.

Lo que sí recuerdo es que en los primeros ochentas hubo una gran manifestación en el Zócalo de la Ciudad de México en la que a coro se gritaba: “Paloma Cordero, tu marido es un culero”. Ese día, el buen Miguel se echó a la bolsa unos treinta o cuarenta mil insultos.

A Carlos, el Pelón Orejón, le decían “Recortari” nada más porque hizo muchos recortes al presupuesto…

Ernesto mereció la publicación en El Reforma de una página entera con insultos en caricatura. Ahí les van dos ejemplos: “¿Por qué le dicen La Paloma? Porque siempre la caga” y “¿Por qué le dicen en perro? Porque no entiende más que a periodicazos”.

Aunque Vicente y Felipe siguen sufriendo el escarnio popular, no creo que hayan superado a Enrique, al que de pendejo no se le bajaba…

Después de quejarse de los insultos, Andrés dijo que, con su viaje a ver a Donald, sus adversarios empezaron a “vociferar”.

Quiero saber: ¿Vociferar es un insulto? Porque si lo es, hay otro dicho popular:

El que se lleva, se aguanta

Retomar el Rumbo

Desconfío de los políticos, pero el 1 de julio de 2018 fui a votar atraído por la promesa de reconstrucción del estado de derecho, de desarrollo económico sustentable y a ver si por fin se atacaba de fondo la pobreza.
Todos los días sufro alguna decepción. Pero a pesar de los errores y del mal uso del poder, quiero volver a las razones por las que votamos. México es bárbaro, cruel, abusivo, desigual, racista, clasista… en una palabra, es un país culero. Si no se ponen hoy las bases para el progreso, seguiremos siendo el mal ejemplo de todo.

Propongo que el Estado se centre en dos (y solamente en dos) medidas de justicia social.
1) La palanca principal del desarrollo está en la atención prioritaria a la infancia. En el Vícam Switch lo propusimos desde el primer día (https://bit.ly/3eLmkZo) darle a la infancia educación de calidad, salud y alimentación en escuelas de tiempo completo. Eso, en términos prácticos, es un subsidio a la familia. El costo anual de ese proyecto sería de alrededor de 3 billones de pesos.

2) Dar pensión universal nada más a los mayores de 65 años y a personas discapacitadas (ya se hacía desde los sexenios anteriores, pero se ha hecho y se hace mal y sin ton no son). Se trata que, de manera automática, y en el banco de preferencia del beneficiario, se deposite el equivalente de cinco mil pesos mensuales. El costo anual del programa sería de un billón de pesos.
Si además del funcionamiento normal del Estado (que requiere de unos 3 billones de pesos), se atienden las urgentes necesidades de infraestructura nacional (carreteras, ferrocarriles, aduanas, puertos, aeropuertos, parques industriales y embellecimiento urbano), el Estado debería recaudar de manera efectiva el 40 por ciento del ingreso nacional.

Se trata, nada más y nada menos, que de darle orden al progreso.

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