VicamSwitch

Mes: septiembre 2020

Violencia y radicalidad


Participé en marchas multitudinarias en la Ciudad de México en los años setentas y ochentas. Eran marchas de cien, doscientas y hasta trescientas mil personas. Los destrozos eran raros. Y no vaya usted a creer que las causas eran menores: eran la liberación de los pueblos, el fin del capitalismo y la explotación, la independencia sindical, la democracia y la libertad… Tampoco los métodos del Estado eran como ahora, de contención (“ustedes aguanten”, les dicen los jefes a los policías). Entonces el Estado mataba, golpeaba y desaparecía gente de manera sistemática.

En términos de los derechos de las mujeres por la igualdad y el respeto no puedo ser más radical. Si no fuera México el país contrahecho que es en términos de estado de derecho, yo pediría la pena de una muerte lenta y dolorosa para los violadores, sobre todo de niñas y niños.

Pero cuando alguien toma un martillo y golpea con saña un monumento histórico, ¿qué revolución está haciendo?, ¿qué justicia está reparando?, ¿qué solución está aportando? ¿en qué se diferencia de los talibanes que, en nombre de Alá, destrozan una ciudad antigua de miles de años?

Golpear algo (dicen los psicólogos) descarga la rabia y causa una excitación (dicen que) liberadora, pero más allá de eso, el resultado de esos movimientos es un rechazo de la ciudadanía y un parapeto para que las irresponsables e ineficientes autoridades se crucen de brazos.

¿Quién acosa a la libertad de expresión?

En México no existe, de parte del gobierno, un asedio sistemático a la libertad de expresión. La gente puede opinar lo que quiera (casi) sin sufrir consecuencias. Pero también es falso que en México no haya habido ni un solo acto de censura.

El presidente no censura, pero todos los días ataca a los medios, periodistas, intelectuales, científicos, activistas y ciudadanos que lo critican. Eso genera entre sus seguidores fanatizados un ambiente de hostigamiento contra la libertad de expresión.

El asedio a la libertad de expresión proviene, principalmente, del crimen organizado. No hay un solo pueblo o ciudad pequeña en México en que la gente y los medios no sepan quiénes son los delincuentes y quiénes sus cómplices entre los líderes, policías y políticos.

Pero, aunque se sepa, no se puede decir porque no existen garantías constitucionales para los ciudadanos. En México se comenten, cada año, dos millones de delitos (más de 5 mil al día). De ellos, quedan impunes el 95%.
El asedio y la censura a la libertad de expresión provienen del crimen, la corrupción y la impunidad, pero los refuerza el gobernante que todos los días ocupa los medios del Estado para atacar a sus críticos…

A 35 años del terremoto

El 19 de septiembre de 1985, un terremoto sacudió a la Ciudad de México. Desde nuestro departamento, en el edificio de Pestalozzi 407, no se podía saber la magnitud de la tragedia, pero cuando salí a la calle, parecía que la ciudad había sido bombardeada. El gobierno declaró 300 muertos; la Enciclopedia Británica reporta 40 mil.

El inepto, ineficiente e inútil presidente Miguel de la Madrid quedó paralizado y tardó 36 horas para enviar un mensaje a la nación, las mismas 36 horas que llevábamos sin dormir los miles de rescatistas (entre los que me cuento), organizados espontáneamente para rescatar muchos muertos y pocos heridos.

El Estadio de Los Diablos Rojos del México (Cuauhtémoc y Obrero Mundial, hoy Parque Delta) fue usado para acomodar los cadáveres que se iban sacando de entre las ruinas. Acomodábamos a los muertos en filas, cabeza con cabeza, dejando un pequeño pasillo para que los deudos recorrieran el campo para reconocer a los suyos. Para las 6 de la tarde del día siguiente, el tenderete de muertos iba desde el “home” hasta la barda.

Para que lo sepan los que creen que el mundo se inauguró el 2 de julio de 2018, en esos días aciagos nos ganamos el derecho de criticar de frente a un gobierno muy acostumbrado a matar, desaparecer y golpear con toda impunidad…

Astillero: respuestas erróneas y destempladas del presidente

Julio Hernández López, autor de Astillero, dijo que los que defienden a la 4T deben dar el debate ideológico profundo, alejándose del blanco y negro (blanco y negro, digo yo, en el que incurren los muy opositores y los muy lopezobradoristas). Dijo, además, que la libertad de expresión no está bajo acoso (a pesar de los diarios ataques del presidente contra medios y periodistas que lo critican).

Como Julio es ético, profesional y honesto, dijo también que la crítica diaria contra la prensa crítica “es una respuesta destemplada y errónea del presidente porque no está a la altura de la institución presidencial… No puede ser lo mismo la voz del poder y la de un columnista, no es equiparable la voz del poder y la voz del que no lo tiene”. Dijo, para concluir, que no se debe desdeñar “la producción científica e intelectual de flacos adversarios de lo que pensamos”.

Eso dijo un periodista honesto, profesional y ético, partidario, además, de la cuarta transformación y crítico jurado de los gobiernos pasados.

Atole con el dedo para dar el avión

Don Carlos Machijiz, de Bácum, llegó un día a nuestra casa vendiendo un cabrito. Cobró, prometió volver y cuando regresó traía un pollo bajo el brazo. Pero don Carlos –dijo la Gloria contrariada–, usted me vendió un cabrito. En nuestra casa, dijo don Carlos, este pollo se llama cabrito… Puso el ave en el suelo, que regresó a su casa corriendo, y don Carlos le mandó a la Gloria una tacita de azúcar como recompensa.

En la rifa del avión, el gobierno pudo haber seguido la ruta corta: 1) Se tiene un fondo de dinero; 2) se compran las medicinas y 3) se les entregan a los pobres enfermos, que son los enfermos pobres y 4) se rifa o se vende el avión.

Sin embargo, toma la ruta tortuosa. 1) Se tiene un fondo; 2) Se rifa un avión (es un decir); 3) se pagan los veinte premios con el fondo; 4) Se dice que con la rifa se comprarán las medicinas y los pobres enfermos tienen que aguantarse un año; 5) la rifa sale mal porque no cubrió ni los premios y todavía se deben 2500 millones (incluyendo multas y depreciación); 6) a los centros de salud, en vez de dinero, se les dan boletos (y no se sacan nada); 7) los pobres enfermos se quedan esperando; 8) el gobierno festeja el gran “éxito”; 9) los fanáticos celebran el genio del presidente, y 10) cuando pase la rifa, como el dinosaurio, el avión seguirá allí.

Rodrigo y la Providencia

El 2 de julio de 1977, el Chevo Valdez y yo abordamos el tren de segunda, apodado El Burro, rumbo a la Ciudad de México. Llevábamos 500 pesos y la determinación de estudiar en la UNAM. El Edificio Chihuahua de Tlatelolco fue nuestra residencia por un año, pero una mañana, mientras dormíamos, el dueño llegó con equipo de soldadura para sellar la puerta del departamento, nos dio media hora para desalojar y fuimos a dar a los cuartos de la azotea.

Aunque la libertad era absoluta, pasamos por carencias extremas paliadas solamente por los métodos, no todos legales ni legítimos, que ingeniábamos para sobrevivir.

Como era verano, todos mis compañeros se fueron a Vícam y yo me quedé solo, mirando para todos lados, sin un cinco para comer. Estaba pensando en mis limitadas opciones cuando de pronto veo frente a mí, como una aparición, a mi compadre Rodrigo Gómez. Como todavía no era mi compadre, me dijo: ¡Quiúbole, Cabrón!

Lo ha de haber traído la Divina Providencia –pensé sin el más mínimo respeto a mi formación marxista. El hambre es el afloja todo de las ideologías, y más si, al borde de la inanición, llega un personaje solidario y con dinero, cuya presencia era el augurio de una francachela prolongada disfrutando al máximo el lujo inmenso de comer tres veces al día.

¡Arcabuz! –le dije con un hilito de voz. Nos dimos un abrazo pletórico de emoción y nos fuimos a comer…

Taibo y la intolerancia

Hay personas a las que admiras y, de pronto, te decepcionan profundamente. Es el caso de Paco Ignacio Taibo II, que a mí me simpatiza mucho por chistoso, dicharachero, malhablado y por escribir Doña Eustolia Blandió el Cuchillo Cebollero

Que se la metiera doblada a los adversarios, a mí me pareció una ocurrencia simpática (un tanto impropia y extravagante en el ámbito cultural en que lo dijo, pero simpática).

Me preocupé cuando sugirió que se fusilara a los adversarios en el Cerro de las Campanas, como a Maximiliano de Habsburgo. Si la fecha de fusilamiento hubiera sido el 3 de julio del 2018, se le hubiera tenido que formar cuadro a casi 25 millones que votaron el contra. De esos 25 millones, 17 millones terminaron aprobando al nuevo presidente, aunque la mayoría ya regresó a la oposición. De todas maneras, con sumas y restas, estaríamos satisfechos de haber fusilado a 22 millones y arrepentidos de haber pasado por las armas a 3 millones que ahorita fueran convencidos fans de la 4T (muchos amigos míos estarían entre esos 3 millones de inocentes, pero ajusticiados).

El gordito, chaparrito y bigotón tiene lo suyo, pero (para ajustarme al lenguaje de Taibo) su intolerancia es muy culera porque: ¿quiénes se tendrían que ir, los que estén muy en desacuerdo o también todo el que emita alguna crítica? ¿quiénes se podrían quedar, los puros fanáticos o también los amantes del apoyo crítico?

Yo termino en 2024, “si así lo decide la gente”

La entrevista que La Jornada le hizo a Andrés Manuel López Obrador es vergonzosa. Es como aquella que Televisa y TV Azteca le hicieron a Peña Nieto. Lo lamento porque, aunque he visto el deterioro de su línea editorial, sigo leyendo ese medio de comunicación porque allí escriben periodistas extraordinarios.

El primer párrafo de esa entrevista me llevó a recordar una anécdota. En una ocasión, estaba platicando con mi hermano Moisés en Vícam, cuando pasó cierto personaje, y me dice mi hermano: “Oye, ¿por qué será que a ese hijo de su rechingada madre nadie lo quiere?”. Estas equivocado, le dije, conozco por lo menos a diez personas que lo quieren. Siempre hay que matizar.

Dice La Jornada: “En contra del presidente Andrés Manuel López Obrador se han alineado las élites empresariales y políticas, partidos, medios informativos y periodistas, comentaristas, economistas, científicos y artistas, así como organizaciones internacionales… pero él es empecinado y se le ve tranquilo”.

La falsedad es hasta absurda. ¿No son los grandes empresarios aliados y asesores del presidente?; ¿No hay partidos políticos que (aunque comprados) bailan al son que les toquen en Palacio Nacional?; ¿No hay medios, periodistas, comentaristas, economistas,
científicos y artistas que lo apoyen?

Perdido el instinto periodístico, La Jornada no reparó en la verdadera nota. “Yo termino –dice López Obrador–, si así lo decide la gente, en 2024…”

O sea que, si la gente decide que se quede, ¿se queda?

Partidos de invernadero

Los árboles endémicos de la franja desértica y semidesértica de Sonora son el saguaro, la pitahaya, el mezquite, el palo fierro y el palo verde… A esos árboles no se les debe regar, o al menos no se deben regar con frecuencia, porque el exceso de agua debilita sus raíces y cualquier tormenta los derriba. Su fortaleza proviene del esfuerzo por enraizar.

Es lo mismo con los partidos políticos. Aquí en México, son organizaciones de invernadero, regadas profusamente por el dinero público. Simulaban tener militantes. No es extraño, por tanto, que la tormenta política del 2018 haya barrido con ellos y que ahora la nación esté de regreso al autoritarismo.

El presidente, que usa el poder presidencial para destilar odio en contra de sus adversarios (¡qué bueno que la venganza no es lo suyo!), cree que con eso fortalece a su partido, pero no sabe (o si lo sabe, no le importa) que el partido único o dominante siempre degenera en un órgano del gobierno para la administración de apoyos y candidaturas… Eso era el PRI y en eso se convertirá Morena.

Los desprestigiados partidos políticos que tenemos (incluyendo el que está en el poder y a los sinvergüenzas, baquetones, malvivientes y vividores que han rescatado para mayor afrenta a la decencia) carecen de ideología, de programas y de proyecto de nación. Lo único que los mueve es el dinero público.

El ratero y los partidos

En México, los 7 partidos políticos se van a gastar 5239 millones de pesos en 2020. En promedio, 750 millones de pesos por partido (2 millones de pesos diarios). Además, se les paga sueldos y comisiones a 500 diputados federales, más de 2500 diputados locales y a 120 senadores. Como si fueran pocos, se dará el registro a otros tres agrupamientos.

¿Para qué quiere la sociedad mexicana 10 partidos políticos a los que le cuesta trabajo distinguir?

La Constitución garantiza el derecho humano de asociarse, pero de allí a que la sociedad tenga que financiarlos, hay un trecho enorme. La propuesta específica es que la ley establezca que haya nada más tres partidos, los que hayan obtenido más votos en la elección anterior.

En una ocasión, en el transporte público, subió un vendedor y su argumento mercantil era que mejor le compráramos algo para evitar que se dedicara a ratero… Algo así pasa con los partidos. Dicen los politólogos que el Estado los tiene que financiar para alejarlos de la tentación del dinero “sucio” …

Está bien, aceptemos ser rehenes de su chantaje, pero algo se tiene qué hacer para desestimular la tendencia a formar agrupaciones de vividores, negocios familiares, que lo único que buscan es el financiamiento público. Y una medida es la reducción drástica de ese financiamiento.

AMLO: ya no hay torturas, desapariciones, ni masacres

Muchos periodistas se fueron a los anexos estadísticos del informe, donde se encontraron una realidad más dura que en El País de Nunca Jamás del discurso presidencial.

Los datos de la presidencia (para lo que va del año) son: 429 masacres, 404 actos de tortura, 217 asesinatos de menores de edad, 66 feminicidios agravados, 49 intentos de linchamiento y 14 linchamientos efectivos, 42 casos de esclavitud, 23 asesinatos de políticos, 18 actos de terrorismo, 17 asesinatos de defensores de derechos, 5 asesinatos de periodistas, además de 40,863 asesinatos (que anualizados son el 9.5% más que en 2019 y 11.3% más que en 2018) y, con con el incremento de 27 mil, se alcanza la aterradora cifra de casi 75 mil desaparecidos.

Desde luego que la dinámica criminal viene del pasado y se ha convertido en una bola de nieve… Pero lo primero que un gobierno debe garantizar a la población es la seguridad. Si no puede, seguramente será sustituido por otro que se crea capaz de hacerlo… Como éste, que sustituyó a los anteriores porque no podían (y tampoco querían). Sin embargo, se ve (y no lo dudo) que es más fácil decretar un fin que alcanzarlo…

¡Qué circo tan divertido!

“Hay que respetar la legalidad y no hacer lo mismo de antes –dijo el presidente ante los trinquetes de ese chivo en cristalería llamado Gerardo Fernández Noroña para adueñarse de la presidencia de la Cámara de Diputados. Nada de maniobras por cargos (continuó Andrés Manuel), es decir, hacer cosas que a todas luces son indebidas, se tiene que respetar; actuar con rectitud, no estar maniobrando de última hora por los cargos”.

Hay un párrafo de Gil Gamés (Milenio, 1 de septiembre, 2020) que es una joya. Dice que él “vería muy bien a Fernández Noroña como jefe de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Un hombre fino, culto, de buenas maneras siempre hace falta allá arriba. Él arreglaría las cosas con rapidez: «le pido al compañero diputado del PAN, miserable rata inmunda, que termine su asquerosa exposición o bajo y yo personalmente le rompo la madre»”.

Qué circo tan divertido sería la política si la economía no enfrentara una crisis peor que la de 1932; si la inseguridad no nos tuviera en medio de este baño de sangre; si la pandemia no se hubiera llevado más de 60 mil mexicanos y amenazara con otros 100 mil muertos, y si a la pobreza no se hubieran añadido 10 millones de mexicanos.

Todos los derechos reservados ©2024 Vícam Switch