“Hay que respetar la legalidad y no hacer lo mismo de antes –dijo el presidente ante los trinquetes de ese chivo en cristalería llamado Gerardo Fernández Noroña para adueñarse de la presidencia de la Cámara de Diputados. Nada de maniobras por cargos (continuó Andrés Manuel), es decir, hacer cosas que a todas luces son indebidas, se tiene que respetar; actuar con rectitud, no estar maniobrando de última hora por los cargos”.
Hay un párrafo de Gil Gamés (Milenio, 1 de septiembre, 2020) que es una joya. Dice que él “vería muy bien a Fernández Noroña como jefe de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Un hombre fino, culto, de buenas maneras siempre hace falta allá arriba. Él arreglaría las cosas con rapidez: «le pido al compañero diputado del PAN, miserable rata inmunda, que termine su asquerosa exposición o bajo y yo personalmente le rompo la madre»”.
Qué circo tan divertido sería la política si la economía no enfrentara una crisis peor que la de 1932; si la inseguridad no nos tuviera en medio de este baño de sangre; si la pandemia no se hubiera llevado más de 60 mil mexicanos y amenazara con otros 100 mil muertos, y si a la pobreza no se hubieran añadido 10 millones de mexicanos.
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