Hay personas a las que admiras y, de pronto, te decepcionan profundamente. Es el caso de Paco Ignacio Taibo II, que a mí me simpatiza mucho por chistoso, dicharachero, malhablado y por escribir Doña Eustolia Blandió el Cuchillo Cebollero…
Que se la metiera doblada a los adversarios, a mí me pareció una ocurrencia simpática (un tanto impropia y extravagante en el ámbito cultural en que lo dijo, pero simpática).
Me preocupé cuando sugirió que se fusilara a los adversarios en el Cerro de las Campanas, como a Maximiliano de Habsburgo. Si la fecha de fusilamiento hubiera sido el 3 de julio del 2018, se le hubiera tenido que formar cuadro a casi 25 millones que votaron el contra. De esos 25 millones, 17 millones terminaron aprobando al nuevo presidente, aunque la mayoría ya regresó a la oposición. De todas maneras, con sumas y restas, estaríamos satisfechos de haber fusilado a 22 millones y arrepentidos de haber pasado por las armas a 3 millones que ahorita fueran convencidos fans de la 4T (muchos amigos míos estarían entre esos 3 millones de inocentes, pero ajusticiados).
El gordito, chaparrito y bigotón tiene lo suyo, pero (para ajustarme al lenguaje de Taibo) su intolerancia es muy culera porque: ¿quiénes se tendrían que ir, los que estén muy en desacuerdo o también todo el que emita alguna crítica? ¿quiénes se podrían quedar, los puros fanáticos o también los amantes del apoyo crítico?
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