En México no existe, de parte del gobierno, un asedio sistemático a la libertad de expresión. La gente puede opinar lo que quiera (casi) sin sufrir consecuencias. Pero también es falso que en México no haya habido ni un solo acto de censura.

El presidente no censura, pero todos los días ataca a los medios, periodistas, intelectuales, científicos, activistas y ciudadanos que lo critican. Eso genera entre sus seguidores fanatizados un ambiente de hostigamiento contra la libertad de expresión.

El asedio a la libertad de expresión proviene, principalmente, del crimen organizado. No hay un solo pueblo o ciudad pequeña en México en que la gente y los medios no sepan quiénes son los delincuentes y quiénes sus cómplices entre los líderes, policías y políticos.

Pero, aunque se sepa, no se puede decir porque no existen garantías constitucionales para los ciudadanos. En México se comenten, cada año, dos millones de delitos (más de 5 mil al día). De ellos, quedan impunes el 95%.
El asedio y la censura a la libertad de expresión provienen del crimen, la corrupción y la impunidad, pero los refuerza el gobernante que todos los días ocupa los medios del Estado para atacar a sus críticos…

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