Ya publiqué esta anécdota en 2013, pero como en estos años pasé de los sesenta, me atengo a que las personas de tal edad solemos repetir las historias una y otra vez…

Dije entonces que un día como hoy, 22 de noviembre, pero de 1963, oí una plática entre Lino Buitimea y Ramón, mi padre. El primero le informaba, agitado, que acababan de matar a John Kennedy, presidente de los Estados Unidos. Ramón, clavando la pala en el suelo (estaba construyendo una acequia) exclamó: ¡Chingue a su madre!, usando esa expresión lingüística que aquí se usa para expresar consternación. Luego, Lino, haciendo gala de su condición de hombre bien enterado (privilegio de quienes tenían radio de pilas amarrado a los manubrios de la bicicleta) le informó que la esposa, a la que se refirió como la Jackie, había salido ilesa.

Nuestra casa estaba en el monte y habíamos crecido rodeados de yaquis porque la nuestra era la única familia yori en kilómetros a la redonda. Así que, incapacitado a mis 6 años para saber de la existencia de las palabras homófonas, me pareció lo más normal que el presidente de los Estados Unidos hubiera tenido una esposa yaqui.

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