Ramón Valenzuela nació en la Sierra del Bacatete el 25 de diciembre de 1917, hace 103 años… A pesar de que un pájaro de la suerte le auguró una vida que a él se le antojaba eterna, murió hace 30 años.
Mis padres, Ramón y la Gloría, eran de las familias que formaban parte de la gente que se apropió de Bácum, sabiendo que días habrían de venir en que a lágrima viva llorarían las consecuencias de ese despojo.
Un día de 1917, una partida de yaquis entró al pueblo echando bala, como lo hacían con mucha frecuencia, y en la refriega cayó muerto mi abuelo Ramón. El General Joaquín Ochoa, que comandaba la partida de yaquis, se robó a mi abuela, Balvaneda, y a su hijo, mi tío Cápula, y se los llevó a la sierra. Ella iba embarazada.
Restablecida la paz, pudieron regresar a Bácum. Habían pasado diez años y mi tío Cápula no se acostumbró a la vida yori. Como tenía novia, regresó al territorio de la tribu y se casó con ella, dando origen a una poderosa rama yaqui de la familia. Ramón, en cambio, que regresó siendo un niño, vivía con toda naturalidad en ambas culturas y a eso nos acostumbró…
Todas las noches, antes de dormir, Ramón nos contaba historias fantásticas y costumbristas que son hoy la parte más deliciosa de mi infancia.