VicamSwitch

Autor: Axel Valdez Página 2 de 7

Antonio Banderas vs Donald Trump

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Armando Sánchez, el fotógrafo

Sánchez

Este 17 de agosto es el cumpleaños de Armando Sánchez, el hombre que con su cámara fotográfica ha difundido, mucho más que muchos, la cultura, las costumbres y la vida cotidiana de las comunidades yaquis  y sus alrededores.

Armando no anda por allí presumiendo que está a punto de salir un libro ilustrado con cincuenta fotos de su autoría, que su trabajo ha sido admirado en exposiciones en Vícam y en Hermosillo (la última montada por la Universidad de Sonora), y que esas imágenes han llamado la atención de académicos y de personas interesadas en muchas ciudades de México, en los Estados Unidos, en Canadá, en Europa y en Sur América; simplemente lo hace y eso le causa a él una gran satisfacción honrando aquel viejo dicho de Jonathan Swift (el autor de los Viajes de Gulliver, escrito en 1726) que dice que es feliz el que tiene la fortuna de hacer lo que le gusta.

El Vícam Switch, hoy desafortunadamente en receso en su edición impresa, cuenta por miles su seguidores en las redes sociales. El número de los que nos siguen crece día a día y las imágenes que allí aparecen son ahora la ventana por la que la diáspora viqueña puede ver al pueblo de sus nostalgias. Esa presencia cada vez más sólida se debe a las fotos que de manera cotidiana Armando comparte con todos nosotros.

El Vícam Switch siempre ha contado con un equipo de primer nivel [nuestro ya fallecido amigo Neftaly Osuna Reyna, Francisco Salomón, Octavio Montiel, Arcelia Ochoa Pérez Alejandra Molina Salomón, Julián Valenzuela, Rubí Edith Landeros Pineda, Faustino Muñoz Figueroa, Anabel Montiel, Teodoro (Franqui) Buitimea, Eusebio Valdez Mexía, Diego Enrique Rodríguez Landeros, Rosendo Diego Acosta Mora, Octavio Cervantes Ojeda, Ramón Castro Cital, Juan Diego González, Julián Ángel León Palafox, Jesús Diego Enríquez Cajigas, Mirna Márquez Urías y Marcial Guerrero Tosalcawi, además del Lic. Javier Carrasco Valenzuela y Axel Valdez]. Sin embargo, Armando no se detuvo y la presencia de nuestro medio de comunicación hoy en día se debe a su esfuerzo cotidiano.

Felicidades, Armando, por tu cumpleaños y por todo lo demás.

Mensaje de Mario Luna desde la Cárcel

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Grupo Armonia de Jóvenes Yaquis – Canción: Maria Antonia – Fiestas del Pitic

https://youtu.be/sFnDuPE3ZGE

Pascolas yaquis de Pótam

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Panorámica

Panteón de Vícam

Las vías del tren

Alfonso Bedoya: de Vícam al Cine de Oro

Como ya saben ustedes, Vícam es el destino de famosos que atraídos por la cultura han llegado a visitar a las comunidades yaquis. Estuvo aquí en 1945 José Revueltas, el gran revolucionario y escritor mexicano, de cuya visita el Vícam Switch escribió una crónica que el autor de Los Días Terrenales nos dejó en un libro titulado Historias de Paricutín. Ya en el presente, estuvo aquí el Subcomandante Marcos, el líder del EZLN.
Lo que sí no sabíamos era que Vícam era también cuna de al menos un actor famoso. Andando en la Ciudad de México, un amigo nuestro, Rafael Pérez Ríos, visitó la Cineteca Nacional y encontró allí una galería de fotos de actores secundarios o de reparto, y le llamó la atención que en la siguiente foto, del Indio Bedoya, apareciera en su biografía que había nacido en Vícam, Sonora.

El Indio Bedoya 1

Alfonso (El Indio) Bedoya nació en Vícam el 16 de abril de 1904. Fue uno de esos actores que en el medio se le conoce como de carácter mexicano que participo incluso en el cine de Hollywood, en los Estados Unidos, donde participó como villano en la famosa cinta El tesoro de la sierra madre, al lado del protagonista, Humphrey Bogart.
En la Ciudad de México desempeñó diversos oficios y con el tiempo empezó a realizar papeles en algunas películas como Todo un hombre (1935), Almas rebeldes (con Víctor Manuel Mendoza, 1937), La madrina del diablo (con Jorge Negrete, 1937), Los bandidos de Río Frío (con Luis Aguilar, 1938), Los de abajo (con Esther Fernández, 1940), El gendarme desconocido(con Cantinflas y Gloria Marín, 1941), Flor silvestre (con Pedro Armendariz, Dolores del Río y Emilio El Indio Fernández, 1943), Doña Bárbara (1943), Me he de comer esa tuna (1945), Canaima (1945), Gran Casino (1947), las tres con Jorge Negrete, Si me han de matar mañana (1947) con Pedro Infante y La perla (1947).
Alfonso Bedoya muere el 15 de diciembre de 1957 en la ciudad de México.

El Indio Bedoya 2

Mi visita a las Comunidades Yaquis

Estrella Sainburg es estudiante de la Universidad de California en Berkely, en los Estados Unidos, y vino atraída por la cultura y buscando explicarse el conflicto por el agua. De su visita, nos mandó este texto que queremos compartir con ustedes.

Estrella 2
Durante mi visita a Sonora tuve la gran oportunidad de platicar con dos personas significativas del periódico Vícam Switch, Alejandro Valenzuela y Armando Sánchez. De ellos aprendí mucho, cosas que no se puede aprender de lejos debido a que hay experiencias e historias no escritas que no se pueden captar con la simple lectura, y menos pueden ser compartidas si no las ves. Fui a México a pasar las vacaciones escolares con la familia, pero también para hacer el trabajo de campo de una investigación para mi tesis de la licenciatura. Antes de partir, leí un artículo de Enriqueta Lerma Rodríguez titulado “Notas para el análisis de la resistencia yaqui en contra del Acueducto Independencia”. En ese artículo reparé en una referencia a un artículo publicado en el Vícam Switch escrito por Alejandro Valenzuela. Fue en ese momento que encontré una fuente de información que presenta información y perspectivas únicas y diversas sobre el tema, además de que muestra la vida y culturas de los pueblos Yaquis.
Estrella 1

Soy estudiante de la licenciatura en teorías del desarrollo cuyos campos de interés son las distintas expresiones del desarrollo, como la política, la economía y la sociedad de un país y sus relaciones con otros países. En mis cuatro años de estudio en la Universidad de California en Berkeley, así como en mis experiencias en viajes de prácticas a Chiapas, he tenido la oportunidad de conocer una gran diversidad de proyectos de desarrollo. Tales proyectos a veces son implementados por asociaciones civiles y a veces por el gobierno, e incluso frecuentemente por una colaboración conjunta de asociaciones y gobiernos. Desde las aulas es difícil conocer con precisión los proyectos y los esfuerzos que buscan realizar los deseos, las aspiraciones y los sueños de los pobladores de las regiones.

¡En los pueblos hay muchos sueños y muchos aspiraciones! El trabajo intenso, colaborativo y comunal del Vícam Switch demuestra al resto del mundo las experiencias, celebraciones, frustraciones y necesidades de todos tipos que no se pueden expresar de otro modo más que como lo ha hecho ese periódico. Por lo menos es lo que yo percibo como extranjera y desde lejos. Para mí, como interesada en la investigación social, el Vícam Switch es una fuente de información por medio de la cual pude aprender datos, hechos, opiniones y perspectivas acerca del Acueducto Independencia. Desplazándome por las páginas del periódico en mi computadora, vi la manera en que los escritos y fotografías del periódico recuerdan a fallecidos y celebran a estudiantes excelentes. Me contó Alejandro Valenzuela, el director, que la misma gente, desde sus pueblos, puede mandar fotos al periódico para que aparezca en la edición impresa y ahora en las redes sociales. En ese sentido, la labor del periódico tiene la particularidad de que es un trabajo realizado por el público para el público. Es esta motivación la que yo creo hará cambios sustentables y valiosos en los pueblos de todo el mundo.

El Vícam Switch es un modelo de expresión que tiene la capacidad de dar a conocer a una gran cantidades de lectores los sueños, ideas, frustraciones, y alegrías que siempre merecen ser escuchados, valorizados y tomados en consideración de manera seria.

Gracias por compartir sus trabajos, escritos y fotográficos, y por darme la oportunidad de escribir mi opinión y un poco acerca de mi experiencia en Sonora y en las comunidades yaquis.

La bitácora de la carrilla en el Vícam de ayer… y de hoy

Nos encontramos en Facebook estas divertidas historias contadas por el Charo, uno de los más carrilludos que han vivido en Vícam. Todos fuimos sus víctimas y él aguantaba todo. Por tener un gran valor social e histórico, queremos que quienes no las han leído, puedan hacerlo aquí. le juramos que agarrará buena cura.

Charo 1
15 DE ENERO DEL 2015
RECUERDOS DE LA PLAYA LAS CALAVERAS
En una Semana Santa llegó un joven ingenuo que conocía el mar por primera vez. Con la mano izquierda sobre su frente, tapándose el sol para que no le dé en sus ojos chinguiñosos, exclama: ¡en la madre! Y en forma de pregunta y respuesta a la vez, reafirma mirando el mar,
“sí salen más de veinte pipadas, ¿verdad?”. Al oír eso, soltamos la carcajada y le dimos un poco de carrillita (un poquito, ¿he?). Ese personaje era un tipo que se aventaba unos pedos que parecían de esos cuetes llamados “cebollitas” y dejaba todo el salón impregnado.
No recuerdo su nombre pero le decían el Titipúrgate.

1 DE FEBRERO DEL 2015
Recuerdos de mi querido pueblo y mi juventud. Se trata de una de tantas anécdotas, pero antes de contarla les pido una disculpa si los ofendo o si desconozco si algunos de los personajes ya pelaron gallo, pero sí es así Dios los tenga en su Santa Gloria. Si están vivitos y coleando, en el “buen sentido”, Dios me los bendiga. Pues bien, en una ocasión andábamos yo y mi compa Emilio Mexía, alias el Chihuili, aunque ahora le deben decir el Luz Clarita o el Cíclope, no sé qué más le digan a mi compa. El caso es que andábamos echándonos unas cheves en el troque del Chato Mexía y que se nos ocurre llegar al casino, a seguirla. Era temprano y vendían cheve en la barra, y era para llevar.
Entramos y lo primero que vimos fue al Yuco Orejón hasta el eje, y luego luego nos le sentamos uno de cada lado, yo a su derecha y el Emilio a su izquierda, para darle carrilla. Yo esturaba el brazo y le jalaba la oreja izquierda. El Yuco le echaba chingazos al Chihuili. Emilio hacía lo mismo y le jalaba la oreja derecha y el Yuco me reclamaba a mí.
Así estuvimos buen rato, agarrando cura, hasta que el Yuco se encabronó, se levantó y nos retó a chingazos, pero no le hicimos caso y se volvió a sentar. Nosotros seguimos jalándole las orejas. En eso estábamos y de repente que nos reclama el Topo Molina, el hijo del Satus, y le dijo al Emilio: “Calmate ya, pinchi dientón”, y el Chihuili le contesta: “El burro hablando de orejas”. El Molina se levanta y le dice: “Póntelas conmigo, güey”. Como mi compa Emilio pagaba por pelear, aunque todas las perdiera, se hizo la machaca, se empezaron a tirar sabanazos por todos lados y luego se abrazaron a en las luchas andaban rodando en el agua del piso. El Molina se subió sobre el Emilio y le dice: “Eso querías, güey” y el Chihuili le contestaba que nomás esperara a que lo agarrara. No, pues, la mera cura porque ya ven que cualquier bronquita se hacía un bolón y pues menos llegaba la chota.
El que sí llegó fue el Chato Mexía, el papá de mi compa, y empezó a regañarlo diciéndole, mientras apuntaba con el dedo al Topo: “¿Y esta chingadera te pegó? como eres pendejo, de plano te gustan los chingazos, y además siempre te pegan”. Mi buen Emilio empezó a llorar y el papá lo remató: “No llores, cabrón, que te ves muy feo (¿y cuándo fue bonito?). Órale, pícale pa’ la casa, cabrón.
Total que nos salimos y que llega el Satu (ya estaba la chota, aclaro) y le dicen: “Fíjese que su hijo se peleó”, y el Satu temblando les contesta: “Ya le dijo su mama que no tomara porque siempre se pelea, y luego se ve muy feo tomando (¡Otro hermoso bebé!). Los papás pagaron multa y nos fuimos a seguir pistiando para celebrar que se habían peleado las bellezas del pueblo. Aquí entre nos, dicen que sus mamás les hacían cariñitos con un carricito cuando estaban chiquitos, para no tener que acercarse a ellos porque les daban miedo.
Un saludo y un abrazo para todos.

2 DE FEBRERO DEL 2015
Recuerdos, recuerdos, y qué bellos recuerdos, que si volviera a nacer quisiera vivir otra vez aquellos tiempos hermosos cuando nos íbamos sin permiso de nuestros padres a bañarnos al canal, la torre y la laguna, que eran nuestras piscinas favoritas donde nos bañábamos en puras pelotas pues iba puro bato, y además que no usábamos calzón (andábamos directos). Jugábamos a la roña y la orilla de la laguna y la pila que estaba en el medio eran las bases. ¡Cómo hacíamos ejercicio! Lo hacíamos inconscientemente, sin querer, porque nadábamos mucho y yo pienso que a pesar de nuestra pobreza, con la mala o poca alimentación, todo esto nos ayudó a crecer sanos. Teníamos otras diversiones, como jugar al tacón, al trompo, a las canicas, al balero, al shangai y otros.
El pedo en el canal era que cuando llegaba la chota (la policía), se hacía un desparramadero de bichicoris por todos lados, con la ropa en la mano. Qué chulada de maiz prieto.
Recuerdo que en una ocasión llego la chota y el Cotón, que se llama Alonso Ávalos Navarrete (nada, pescadito) por si no sabían su nombre, siempre llevaba un triciclo y ahí dejaba su ropa porque no sabía que todos los demás la dejábamos en lugares estratégicos para que cuando llegaran los gendarmes pudiéramos salir chicoteados, siempre hacia el lado de las parcelas pues los chotas no podían brincar con la patrulla (además de que nunca traían gasolina… y hasta la flecha). Pues mi Cotón no alcanzó a agarrar su ropa y peló gallo por entre el cártamo. Los chotas se fueron detrás de nosotros aunque en la correteada nomas agarraron como a dos pelados. Al rato, por allá al otro lado de la parcela, nos encontramos todos los bichicoris bien cansados de tanto correr. De repente hubieran visto a mi cotton; la “pasión de cristo” le venía guanga. Llegó todo masacrado por las espinas del cártamo. Le prestamos una camisa y se hizo un taparrabo y así se fue hasta su casa. Casi casi lo siguen los fariseos.

4 DE FEBRERO DEL 2015
Otra de nuestras vagancias, pa’ agarrar cura. Estábamos en la secundaria Lauro Aguirre (¡ayer!, más viejos que el coludo) y de ahí nos cambiaron a la secundaria nueva que se lamó Lázaro Cárdenas, la única que después hubo en Vícam. Pues llegamos estrenando todo, desde la dirección, las aulas, los mesabancos o butacas, los pizarrones, hasta los sanitarios. El director era el profe Juan Partida, alias “el Polacas”.
Para algunos de nosotros, algunas cosas eran nuevas, como por ejemplo los mingitorios de los baños. Un día entramos varios al baño y estaba un compañero sentado en un mingitorio haciendo popó. Estaba colorado, colorado, pero no por hacer esfuerzo para hacer, sino para detenerse arriba del mingitorio porque tenía las uñas de las manos clavadas en el cemento de la pared, los tacones de los zapatos gastados de tanto tallarlos de arriba a abajo sobre la pared.
Total que soltamos las carcajadas, burlescas debo decir, y el carrillón no se hizo esperar. La mera cura. Y que el compañero se baja bien cansado, pues no pudo hacer el pobre y después no se la acababa. Ojala todavía ande por ahí mi buen amigo Esteban Amador, alias el Cebú, a quien le mando un abrazote.
Ok, ahi’tamos, como decimos en Sonora.

6 DE FEBRERO DEL 2015
Hola amigos, buenos días, Dios los bendiga. Hoy les voy a contar otra de mis travesuras, y esta fue por falta de conocimientos. Este es para puras personas con conocimiento de causas.
Esta se llama la del “cinco litros”. Yo creo que estaba como en cuarto o quinto grado de primaria, no recuerdo muy bien, pero iba por la mañana a clases y cuando salía, comía (cuando había) y luego me iba a limpiar vidrios a la gasolinera que estaba del otro lado de la carretera (hoy en ruinas), en lo que ahora es la cocina de los “road bloker” (o los que bloquean la carretera).
Bueno, pues llego un bato en un troque cargado de trigo, echó gasolina y le dio tantito al troque para delante; luego se bajó, abrió el cofre y me dijo muy mamón, con muchos destos, lo recuerdo bien, “morro, échale agua”. Luego se metió al restaurante. Yo agarré uno de aquellos botes de 5 litros donde venía el aceite y lo llené de agua, le quité el tapón y se la eché. Como vi que no se llenaba, traje 5 litros más. “Ah, cabrón –me dije– este no traía nada de agua”. Y que me voy por otros 5 litros más. Cuando regresé con el agua me preguntó el señor que despachaba la gasolina que si qué andaba haciendo y yo le dije que echándole agua al troque. Me acompañó y cuando estuvo frente al que le quita el tapón al radiador (¡Plop!, díjeme yo, como el Condorito). En eso llega otro carro y el señor se va echarle gasolina y pues yo, que ya había visto por dónde era, le eché agua al radiador. Eso sí, no agarró más de medio bote, unos dos litros y medio).
Le puse los tapones, uno al aceite, al que le había echado unos 10 litros de agua, y el otro al radiador, que era donde tenía que haberla echado. Cerré el cofre de volada y espere al bato para que me diera mi propina (todavía, después de todo). El güey salió y sin pelarme se subió al troque y se fue.
Me quede agüitado por lo de la propina, pero le había convertido el troque en anfibio.

Remedos

Una propuesta política

Discurso Político

En México hemos tenido un remedo de imperio, un remedo de revolución y ahora un remedo de democracia. Pero siguiendo al gran economista Amartya Sen (“How to Judge Globalism”, The American Prospect, Invierno 2002, pp. A2-A6, artículo que a su vez se refiere a un desarrollo especial de la teoría de juegos desarrollada por John Nash llamada, justamente, el equilibrio de Nash) un arreglo social como la imperfecta democracia que tenemos no debería desecharse sin antes ver que puede mejorar. Sen da un ejemplo: no porque el matrimonio haya sido muy desventajoso para las mujeres, debería cancelarse. Antes habría que ver si hay algún arreglo que lo haga justo para las partes involucradas. Así mismo, los costos de mirar hacia otro sistema social pueden ser mucho más grandes que tratar de arreglar el sistema que tenemos. Pero ¿cuál sería el arreglo que pudiera tener este sistema?
Ninguna democracia es perfecta, pero es el mejor sistema que las personas han desarrollado basado en la convivencia civilizada y en la garantía de los derechos humanos y en las libertades. Es, además, un sistema dinámico porque es perfectible. En ese sentido, es apropiado un diagnóstico sobre qué es lo que tenemos, cuáles son sus carencias principales y cuáles son los arreglos urgentes que se le pueden hacer para avanzar a una nueva etapa.
No soy yo quien haga ese diagnóstico, pero puedo decir lo siguiente. Pasamos de un sistema muy autoritario en donde un solo partido, el PRI, dominaba la escena política nacional. Ese sistema se basaba en la prebenda y la represión, en el control de los derechos humanos y en la limitación de las libertades. El avance respecto a eso consistió en la libertad de participar en los asuntos públicos, en el surgimiento de nuevos partidos y en la posibilidad de la alternancia. No quiere decir que esa nueva etapa haya superado las características de la etapa anterior, autoritaria, y el regreso del PRI lo demuestra palmariamente, pero ahora muchos de los íconos del autoritarismo, como lo intocable del presidente, han quedado en el pasado. La sociedad, a través de los medios de comunicación (incluye aquí a las redes sociales) tiene muy acotada, por lo menos, la fama pública de los altos políticos.
Siendo la democracia mexicana un juego de múltiples fuerzas políticas, ha habido un reacomodo hacia los intereses de grupo, el arreglo en las alturas, el beneficio de los participantes en la política, en una palabra, el secuestro de la democracia por un puñado de partidos (diez en el caso de México) dominado, a su vez, por un puñado de personas, todos ellos con intereses muy mezquinos, de grupo si no es que francamente personales.
Arreglos y reformas ha habido a montón, pero ninguna de ellos, si usted se fija, ha incluido el dinero. Al igual que en el caso del crimen organizado, el desastre político, la corrupción, el secuestro del país por una casta nueva a la que aquí llamamos la clase política, no habrá avance si no se le sigue la ruta al dinero. Este año, la política del país (INE, Congreso de la Unión, partidos, elecciones…) costará 32 mil 221 millones de pesos, lo que significan 88 millones de pesos diarios, dinero que pagaremos los mexicanos a una cuota de 268 pesos por persona (incluyendo a todos los 120 millones de habitantes).
Como son los diputados y senadores lo que ha aprobado ese monto fabuloso de más de 32 mil millones de pesos, la parte que le han asignado a sus partidos políticos es nada menos que alrededor de 4 mil millones de pesos. Algunos partidos, como el PAN, El PRI y el PRD están en manos de una casta política muy bien organizada que aparentemente se enfrenta entre sí, todo con el afán de mantener una fingida competencia cuando la realidad es que ellos se reparten los dineros del país sin el más mínimo asomo, ya no de responsabilidad social, sino ni siquiera de empatía con un pueblo del que la mitad (cerca de 60 millones de personas) están inmersas en la pobreza. Otros partidos, como el Verde, son mafias familiares que han encontrado en el dinero público una mina de oro inagotable.
La actuación de la clase política es contraria a los intereses del pueblo de México. El sistema de financiamiento público y de corrupción ha llevado a la erosión de las obligaciones básicas que debe tener todo estado para seguir siendo estado: la protección de los ciudadanos (la seguridad pública) y la impartición de justicia (que no prevalezca la impunidad). Abdicar de esas obligaciones ha llevado al florecimiento del crimen organizado, a la delincuencia de todo tipo y a la corrupción, un coctel muy explosivo que ha hecho posible hechos como los de San Fernando, Tamaulipas y de Ayotzinapa, Guerrero.
Es posible que seamos una mayoría de mexicanos los que queremos cambiar este estado de cosas, pero la clase política tiene secuestrado al estado. Quienes tienen que acabar con este estado de privilegios son, precisamente, los privilegiados del estado. Estamos en un círculo vicioso porque ellos, los políticos nuca cambiarán por su propia iniciativa ese estado de cosas que tanto los beneficia, que beneficia a los medios de comunicación y a los poderosos grupos económicos que han alineado las reglas del mercado para que los beneficie en detrimento del pueblo.
Hay muchos políticos que tienen una auténtica convicción de que las cosas deben cambiar, pero el sistema está organizado para excluir a los que no se alineen con el estado de cosas existentes. Muchos de esos políticos quisieran regresarle a la política su connotación clásica: como la manera de llegar a acuerdos pacíficos y civilizados entre intereses encontrados. Ese carácter de la política es lo que la clase política mexicana ha desvirtuado, y que urge rescatar.
La desesperación puede llevar a la creencia de que una revolución es el camino para reencausar a la nación, pero la verdad es que no. Todos podemos saber cuándo empieza una revolución, pero nadie sabe dónde va a terminar. Y la verdad es que hasta aquí solamente han sustituido a unos privilegiados por otros.
El camino que yo propongo uno ajustado al ritmo de vida actual, en que muy pocas personas se sienten inclinadas a comprometerse en misiones sociales. Empecemos por reconocernos como parte de un movimiento informal, no orgánico, que cumple tareas básicas que tengan como propósito subir el costo de la política de privilegios que ahora prevalece.
La primera medida que propongo es que difundamos la idea de que el día de las elecciones vayamos a las urnas a anular la boleta electoral poniendo una leyenda que diga: “fin al subsidio público a los partidos políticos”. Si simplemente dejamos de ir a las urnas, se le facilitan las cosas a los partidos porque los pocos que votan legitiman la elección. Como no tenemos ningún otro mecanismo, hagámosles saber que estamos inconformes. Después podemos planear acciones de resistencia civil pacífica que eleve el costo de los privilegios. Estos mecanismos pueden parecer muy modestos, pero son en realidad muy poderosos si los propósitos de quien haga esto no sea tomar el poder.

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